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Por qué el estrés aumenta el riesgo de ACV

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Por qué el estrés aumenta el riesgo de ACV

El accidente cerebrovascular o ACV es una emergencia médica semejante a un infarto cardíaco, y se produce cuando un vaso sanguíneo que lleva sangre y oxígeno al cerebro se obstruye o se rompe.

Las primeras cuatro horas y media son cruciales para la atención de quien sufre un accidente cerebrovascular o ACV: desde el momento en que se inicia, por cada minuto se mueren 2 millones de neuronas, de ahí la importancia de actuar con velocidad.

Pero, ¿cómo incide el estrés en esta emergencia cerebrovascular?

El doctor Mario Boskis (MN 74002), cardiólogo, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología, actual Director General del Instituto Cardiovascular San Isidro (ICSI) del Sanatorio Las Lomas en Buenos Aires y del Grupo Cardiológico , expresó a Infobae: “Los estudios nos demuestran que sí existe una asociación entre accidente cerebrovascular, ya sea isquémico o hemorrágico, y estrés que puede ser el psicosocial o estrés laboral. Especialmente cuando este estrés es crónico”.

Y agregó: “Sabemos que en el estrés se liberan catecolaminas, sustancias como adrenalina, noradrenalina y cortisol. Por ejemplo, el cortisol retiene agua, retiene sodio, lo que puede aumentar la presión arterial. La presión arterial puede dañar a las arterias cerebrales. Y si a esto le asociamos un incremento del azúcar, o sea la diabetes, que también puede inducirse por estrés, y aumento de las grasas, como el colesterol, que también se ven en el estrés crónico, todo este cóctel puede generar que una arteria se enferme, lo que conocemos como aterosclerosis, pero en vez de atacar una arteria coronaria, ataca una arteria del cerebro. Se produce el llamado accidente de placa, o sea se lastima la arteria, se genera un coágulo, y eso es el ACV isquémico. Por otra parte, por los mismos factores, una arteria puede debilitarse, puede enfermarse, y se rompe una arteria en el sistema nervioso central, una arteria del cerebro, y se produce un accidente cerebrovascular hemorrágico”.

Según un informe de Organización Mundial del Accidente Cerebrovascular – Comisión de Neurología de Lancet, se prevé que la mortalidad mundial por ACV aumentará en un 50% y se cobrarán 9,7 millones de vidas al año para 2050. El informe afirma que esa emergencia médica es la segunda causa de muerte, la tercera causa de discapacidad y uno de los principales orígenes de la demencia en todo el mundo. Y destaca: “Es alarmante que la incidencia de accidentes cerebrovasculares esté aumentando en personas jóvenes y de mediana edad (es decir, menores de 55 años) a nivel mundial”.

Síntomas a los que se debe estar atentos porque se puede estar en presencia de un ACV:

– Cara: asimetría en la sonrisa. Una comisura caída.

– Habla: dificultad de la persona para pronunciar (“habla arrastrada”). También que no comprenda lo que se le dice.

– Brazo y/o pierna: pérdida de fuerza, de golpe, súbita.

– Dolor de cabeza de máxima intensidad, con o sin síntomas neurológicos.

La presencia de cualquiera de estos síntomas (con sólo uno es suficiente) es motivo para consultar urgente, no automedicarse y concurrir al hospital. “Tiempo es cerebro”, dicen los expertos.