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    La basura, un problema de salud

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    No hay un niño en el mundo que no le encante coger del suelo y saborear un chicle «requeté» masticado. Por su infantil inocencia, no sabe el riesgo que corre su salud.

    Con algo tan simple como eso, el niño, según los médicos, se puede contagiar de cólera, diarrea u otra enfermedad infectocontagiosa que le cause la muerte.

    Es responsabilidad de los adultos, para no poner en riesgo su salud y la de sus hijos, no arrojar ningún tipo de desperdicios a las calles.

    Para prevenir enfermedades y salvaguardar la ecología, las ciudades organizadas en el mundo multan a los ciudadanos que arrojan a las vías papelitos, chicles, colillas de cigarrillos, excrementos de animales o cualquier «basurita».

    Son tantas las enfermedades y muertes de personas que se evitarían si los ayuntamientos recogieran la basura con eficacia.

    Cuando vemos las calles repletas de basura, no advertimos que esto no solamente daña el medio ambiente, sino directamente a la misma persona.

    Es compromiso de los gobiernos municipales, en primer orden, ser eficientes recogiendo la basura. Luego educar y perseguir legalmente a los ciudadanos que arrojan basura a las calles.

    No hay una cosa que más agrada a las cucarachas, gusanos y todas las plagas y bichos raros que los basureros.

    Atrae mosquitos que reproducen el dengue, fiebre amarilla, paludismo, además de que pueden transmitir enfermedades de animales a personas.

    Otras muy fascinadas con la basura son las ratas. Su saliva y orina transmite enfermedades: la leptospirosis, rabia, cólera, salmonelosis, hepatitis, tuberculosis y otras.

    Sin que las autoridades tomen medida, es una mala costumbre improvisar vertederos (con la peste de animales muertos y sus agregados) en parques y áreas verdes.

    Ni hablar de los tontos-ignorantes, faltos de educación, que creen que las calles son vertederos, tirando basura desde sus vehículos en marcha.

    No conozco ningún caso en que un agente de tránsito haya multado a nadie por esta mala práctica.

    Con este problema, que mata todos los años a muchos niños y adultos, tienen que ver los cabildos y ministerios de Salud y Medio Ambiente.

    Estos hacen muy poco o nada para educar y hacer cumplir las leyes que protegen la salud del ciudadano.