El estrés es un fenómeno normal que nos alcanza a todos. No existe la vida sin estrés, Esta idea puede resultar para algunos desagradable, pero es así: vivir implica necesariamente cierto nivel de estrés.
Por eso, el estrés es un proceso normal del organismmo, una reacción incluso indispensable para responder adecuadamente a los desafíos y contigencias de la vida.
Ahora, si el dolor agudo se perpetúa en el tiempo hasta llegar a convertirse en estrés crónico o en sufrimiento, eso es un problema.
Y es un problema evitabale, es ahí cuando la frase de Buda me parece muy poderosa para entender qué podemos evitar.
¿Qué condición es opuesta al sufrimiento?
La felicidad.Recordemos la diferencia entre emociones y sentimientos: la emoción es una vivencia intensa y aguda (el miedo, la ira, la tristeza, la alegría, la sorpresa) que se extiende por poco tiempo: minutos, alguna hora, no más que eso.
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Los sentimientos son otra cosa. Los sentimientos son experiencias vivenciales que tienen más de razonamiento y componente mental o cognitivo (el amor, el odio, la culpa, la esperanza, por ejemplo). Y la felicidad es un sentimiento, es una expresión anímica que perdura mucho más que las emociones.
Entonces, podemos gestionar la realidad a favor de nuestros intereses emocionales y producir lo opuesto al sufrimiento, aquello que Aristóteles definió como el fin último de todo ser humano: el bienestar y la felicidad.
Los sentimientos son otra cosa. Los sentimientos son experiencias vivenciales que tienen más de razonamiento y componente mental o cognitivo (el amor, el odio, la culpa, la esperanza, por ejemplo).
Por todo esto, y para alcanzar el bienestar emocional, convertir el dolor en sufrimiento en buena medida depende de nosotros y es eso lo que tenemos que evitar: eludir el estrés crónico provocado por la experiencia vinculada al sufrimiento.