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HITLER EN PRIVADO: UCRANIA Y EL DONBASS (2/3)

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HITLER EN PRIVADO: UCRANIA Y EL DONBASS (II)
HITLER EN PRIVADO: UCRANIA Y EL DONBASS (II)

Por Elíades Acosta

Las charlas de sobremesa con sus invitados compiladas en el libro “Las conversaciones privadas de Hitler”, publicado en la colección Crítica de la editorial Planeta de Barcelona en el 2021, con introducción del gran historiador británico Hugh Trevor-Rope, son la traducción al castellano de una obra publicada por primera vez en 1953.

Para entender mejor su sentido y alcance, incluso, el tono triunfalista y distendido que atraviesa estas copias taquigráficas de sus disertaciones y monólogos ante sus atentos invitados, debe decirse que tuvieron lugar entre 1941 y 1942, cuando transcurría el primer año de su campaña contra la Unión Soviética, mientras las divisiones nazis avanzaban arrolladoramente hasta asediar a Leningrado, acercarse a 42 kilómetros de Moscú y llegar por el sur hasta Stalingrado. Tuvieron lugar en dos sitios a donde Hitler trasladó su cuartel general en medio de la campaña del este, primero en la ciudad de Rastenburg, en Prusia Oriental, conocida como la “Guarida del lobo”, y luego en Winnitza, Ucrania, conocida como “Hombre lobo”

Como ya hemos compartido en la primera parte de esta serie, Hitler concedía enorme importancia a la conquista de Ucrania a los efectos de explotar su rico suelo, sus recursos minerales y destinarla para acoger los asentamientos de la proyectada colonización germana, una vez resuelto el problema de la “limpieza étnica” .A diferencia de lo que hoy repiten como papagayos los ucronazis, Hitler nunca consideró a los ucranianos como a iguales, ni tenía proyectada otra cosa que su aniquilación, la anexión territorial y la implacable germanización de algunos segmentos escogidos de su población, a los que se permitiría vivir.

Sobre el papel que tendría Ucrania en sus planes de ocupación total de Europa, comentó en su charla del 13 de octubre de 1941, tras el almuerzo al que había invitado a Walther Enmanuel Funk, ministro de Economía del Reich:

“No existe ningún país que en tan gran proporción pueda ser independiente, como lo será Europa ¿Dónde hay una región capaz de suministrar hierro de la calidad del hierro ucraniano? ¿Dónde encontrar más níquel, más carbón, más molibdeno? En Ucrania se encuentra la fuente de manganeso donde se aprovisiona, incluso, América ¡Y con esto, tantas otras posibilidades! Los aceites vegetales, las plantaciones de caucho por organizar. Con 40,000 hectáreas de terreno consagradas al cultivo del caucho están cubiertas nuestras necesidades. El que gane esta guerra no tendrá que preocuparse por hacer juegos de manos económicamente. Aquí se lucha por la posesión del suelo.”

La forma en que se repoblarían con colonos arios las regiones conquistadas en el este, estaba muy bien definida en los planes de Hitler. He dicho en otras ocasiones, que la escuela de geopolítica bávara del general Karl Haushofer, fundada en 1922,concretada ese mismo año en el Instituto de Geopolítica de Munich, y que tanto influyó en Hitler a través de Rudolf Hess, uno de sus discípulos, tuvo 17 años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, para escudriñar las poblaciones, la economía, las perspectivas y el pasado histórico y cultural de cada región del mundo, identificando los recursos que aportarían al Tercer Reich en su lucha por el dominio mundial. Esto se evidencia en lo expresado por Hitler, tras la cena del 17 de octubre de 1941, a la que estuvieron invitados el Dr. Fritz Todt, ministro de Armamento y Municiones del Reich y el gauleiter de Turingia (líder regional del Partido Nacional- Socialista) Fritz Sauckel:

“Comparándolos con las bellezas acumuladas en la Alemania central, los nuevos territorios del este nos hacen el efecto de un desierto… Ese desierto ruso lo poblaremos… Dotaremos de un pasado a ese país. Le quitaremos su carácter de estepa asiática, lo europeizaremos. A ese fin hemos emprendido la construcción de autopistas que conducirán hasta el extremo sur de Crimea y hasta el Cáucaso. Ciudades alemanas encuadrarán estas carreteras en todo su recorrido y alrededor de las ciudades se establecerán nuestros colonos. Los dos o tres millones que nos hacen falta para establecer nuestra obra, los encontraremos más pronto de lo que pensamos. Vendrán de Alemania, de los países escandinavos, de los países occidentales y de América. No estaré aquí ya para verlo, pero de aquí a veinte años agrupará veinte millones de habitantes, además de sus naturales. Dentro de trescientos será uno de los más bellos jardines del mundo… A los indígenas habrá que pasarlos por la criba. Al judío, ese destructor, lo echaremos…”

Ya sabemos lo que significaron estas palabras de Hitler:  más de seis millones de ucranianos murieron en la Segunda Guerra Mundial, de ellos 1,6 millones de judíos asesinados por los nazis y sus colaboradores nacionalistas. Esto, y no otra cosa, fue el resultado de la “criba” y la “expulsión” aludidas por Hitler.

Lo terrible es que muchos de los descendientes de los cribados, desde el 2014 se hayan dedicado a “cribar” y “limpiar” étnicamente a su propio pueblo siguiendo la ideología de quien los odiaba, despreciaba y planeaba su casi total aniquilación.

(Continuará)