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    El peligroso desequilibrio en la gerencia del sector salud

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    Pareciera que la única persona que entiende el papel que le toca jugar en esta etapa de transición del sector sanitario en la República Dominicana, es la ministra de Salud, Altagracia Guzmán Marcelino, quien ha asumido plenamente su rol de producción social colectiva de salud y la rectoría del sistema.

    Al resto los vemos dando palos a ciegas, sin una ruta que seguir, es más, dejando que por meses todo haya girado alrededor de un tema de aumento de sueldos, que a nuestro juicio, es injusto para los que trabajan y premia a los que hacen lo menos posible por rendir una labor dentro de un centro de salud del estado.

    Ante los peligros que acechan al país por las precarias condiciones del sistema de salud en el vecino Haití, después del paso de Mathew, vimos a la ministra en ropa de trabajo visitando la frontera, dando las instrucciones pertinentes para evitar en lo posible el aumento de casos de cólera, malaria y otras enfermedades, importadas del vecino país.

    El Ministerio, en su rol regulador y rector, ha intervenido uno de los sectores que hasta ahora habían sido intocables, por las altas sumas de dinero que moviliza, el de medicamentos, y ha comenzado a enfrentar, cerrando y sometiendo a la justicia, a las múltiples empresas que se dedican a la falsificación y contrabando de medicamentos.

    Hasta las plantas de tratamiento de agua, las fabricas de hielo, los restaurantes, y todo tipo de comercio que debe ser regulado por el Ministerio de Salud, de acuerdo a la ley 42-01 y sus reglamentos, han comenzado a tener que dar cuenta de la forma y cuidado con que sirven sus productos a los consumidores en el país.

    El liderazgo del sector en temas como calidad de atención en el sector publico y privado, habilitación de los centros de salud, certificación de los profesionales, que incluye la re-certificación cada 5 años, son temas que deberá abordar el Ministerio de Salud en muy corto tiempo, de modo que pueda sellar la garantía de una mejoría significativa en la calidad de la atención a los usuarios del sistema en todos los niveles.

    Mientras esto ocurre en el Ministerio de Salud, la otra parte del sistema, a la que le corresponde la prestación de servicios individuales, es decir, la parte que corresponde al cumplimiento de la separación de funciones dentro de las leyes 42-01, 87-01 y 123-15, se mantiene dentro de una crisis permanente sin que se haya avanzado de forma importante en la implementación de las condiciones mínimas para el cambio de modelo de atención.

    Porque de esto es que se trata, el objetivo de la reforma del sector salud, no es el traspaso de todos los males que existían por décadas en los centros hospitalarios del sector público, a lo que se ha unido una disminución de la calidad y aumento de los costos de bolsillo del servicio en el sector privado.

    La meta principal en este momento, debe ser la organización de toda una red de unidades de atención primaria en las regiones de salud del país, donde debe existir la adscripción de la población del régimen subsidiado de la seguridad social, de modo que cada familia e individuo adscrito conozca cual es el lugar a donde debe dirigirse en primer lugar para un chequeo rutinario o una emergencia.

    En la vida de las instituciones, y el Servicio Nacional de Salud lo es, los inicios siempre serán complicados, pero no es posible que lo que se había avanzado, en algunas regiones sanitarias como la VI (Azua, San Juan y Elías Piña), donde inclusive ya se estaban prescribiendo medicamentos en forma electrónica en las unidades de atención primaria, como proyecto piloto, se haya detenido porque no se entiende la forma en que deben funcionar los procesos.

    El modelo de atención sanitaria en la República Dominicana está diseñado en forma piramidal, es decir una base ancha, donde se ubican las unidades de atención primaria, que deben proveer una cartera de servicios que esta previamente diseñada en protocolos de atención, que existen hace bastante tiempo, y sin que se construya la zapata es imposible crear o levantar ningún edificio.

    Mientras nos entretenemos por meses con Waldo, sus huelgas y sus pedidos de aumento de sueldo, se nos va el tiempo y la crisis de algunos centros de salud del tercer nivel, hacinados y con una demanda superior a su capacidad de solución, por la ineficiencia de una gestión que no entiende por donde empezar y por lo tanto no sabe donde va, comienza a aflorar.

    Al tema de la tuberculosis en el Hospital José Maria Cabral y Báez de Santiago, minimizada, lo que no es aconsejable en situaciones como esta, vemos como el Hospital Vinicio Calventi también entra en crisis, con un documento donde el personal médico declara no hacerse responsable de la evolución de los pacientes que se ingresen en ese centro de salud.

    Esto es algo inaudito, que nunca habíamos escuchado en ninguna parte del mundo, un cartel en la puerta del un hospital, donde los responsables de los pacientes, que son los médicos, dicen que no tienen que ver con ellos, porque ese centro de salud pasa por una crisis donde no hay medicamentos, sonografía, rayos X, ni insumos de otro tipo para atenderlos.

    Hasta que no asumamos seriamente que el problema es el modelo, que no hay forma de construir un sistema sanitario incluyente y que de respuesta a toda la población sobre la base de cumplir con el plan de reforma del sector, seguiremos en este tema que ya se hace eterno en la República Dominicana.