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    Un monstruo “made in USA”, no precisamente hecho en los púlpitos

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    Por Humberto Salazar

    A medida que se van conociendo detalles de la personalidad de Omar Mateen, el autor de la matanza de Orlando el pasado domingo en la madrugada, mas nos vamos adentrando en un ser humano que parece iba incubando con los años y en medio de un mar de dudas sobre si mismo, toda la rabia que derramó sobre cientos de inocentes que ninguna culpa tenían de sus frustraciones.

    Mateen era una bomba de tiempo ambulante, como debe hace miles en muchas partes del mundo, solo que nació, creció, vivió y murió en una sociedad, que como la norteamericana, da oportunidades que bien aprovechadas pueden llevar al éxito a cualquier desconocido, pero que también en el proceso de selección natural, típicamente darwiniano, va eliminando a los que no tienen las habilidades para llegar a ese éxito soñado.

    Imaginemos a este individuo que nace en la ciudad de Nueva York de padres originarios de Afganistán, es decir, uno de los países mas pobres y aislados del mundo, de musulmán de religión y al parecer con tendencia homosexual, es decir, pertenecía a tres minorías al mismo tiempo, todos los billetes comprados para el fracaso.

    Nace en 1987 y a los 4 años debe vivir con su familia las consecuencias de la invasión de Irak a Kwait y la guerra que culminó con la Operación Tormenta del Desierto, que involucra directamente a Estados Unidos con tropas sobre el terreno, por primera vez desde la Guerra de Vietnam, esta vez en una coalición que ataca a un país musulmán.

    En plena adolescencia, tenía probablemente 14 años en el 2001, se producen el ataque terrorista a las Torres Gemelas, el inicio de la guerra abierta contra el terrorismo y, lo mas importante, la guerra de Afganistán contra Al Qaeda, que puso tropas de occidente en el país de origen de los padres de Mateen, es decir, en la etapa mas delicada de la construcción de la personalidad de quien va camino a ser adulto.

    En plena edad de desarrollo, Mateen debe haber recibido las presiones de sus compañeros de escuela, era afgano, en los Estados Unidos la agresividad contra las minorías en el sistema escolar es una costumbre, y es en ese momento donde debe haber comenzado a dudar de su tendencia o preferencia sexual, lo que va moldeando los defectos de su personalidad y va acumulando la rabia y el odio que desencadena al final los hechos lamentables del domingo.

    No solo eso, a la guerra de Afganistán, que no termina todavía, le sigue la polémica guerra de Irak, desatada los los halcones de Washington, comandados por George Bush Jr., que también desató un fuerte sentimiento anti-islámico, empujado por armas de destrucción masiva que nunca aparecieron y las acusaciones de los sectores liberales de los Estados Unidos de que el baño de sangre que todavía afecta a ese destruido país, fue provocado por la codicia del grupo gobernante republicano.

    Todo va forjando un fracasado, un desecho de una sociedad que no perdona a los perdedores, donde solo se santifica a los mas dotados, solo hay que pensar que en Mateen, ya adulto joven, pasa por ocho empleos en apenas cuatro años, quiere decir que en promedio solo mantenía un empleo por seis meses para cambiarlo por otro, se le describe como callado y aislado pero violento con sus compañeros de trabajo.

    Y Mateen mientras todo esto pasaba por su vida, tiene historia de violencia domestica, un matrimonio fracasado, otro en camino del fracaso, serios problemas de identificación sexual, doble vida que lo lleva en múltiples ocasiones a ser cliente de la discoteca Pulse, donde efectúa la matanza, donde lo describen como unas veces callado y solitario y otras borracho y participativo.

    Pero además accede a paginas de citas en internet de la comunicad homosexual, donde conoce incluso a personas que lo vieron merodeando por la discoteca la misma noche de los hechos y algunos, hasta lo saludaron como persona conocida, es decir, la típica lucha interna de una persona retorcida que busca y no encuentra respuestas a sus inclinaciones sexuales.

    A todo esto vamos a sumarle la propaganda yihadista que invade las redes sociales, donde se promueve la ¨guerra santa¨ contra los infieles, es decir nosotros los que no somos musulmanes ni nos interesa serlo, una idea extremista que de expande a partir de la participación de occidente en todos los conflictos de oriente medio a partir de que se desmembró el imperio otomano en la segunda década del siglo XX.

    Ahí tiene la tormenta perfecta: nacido en los Estados Unidos, de ascendencia afgana, musulmán, homosexual encubierto, heterosexual aparente, fracasado en su vida laboral y familiar, mas vamos a agregarle una sociedad donde la posesión de armas de guerra es un derecho constitucional y ahí tiene un monstruo típicamente ¨made in usa.

    Según uno de los testigos de los hechos, una persona que resultó herida en el tiroteo, mientras Mateen mataba se reía a carcajadas, es posible que en cada una de sus víctimas se observara a su mismo, el odio en contra de lo que era su vida, sus tendencias sexuales y sus represiones, los volcó con disparos sobre los infelices que fueron víctimas de una sociedad que le permitió usar un arma de guerra en terreno de civiles inocentes.

    Parece según este relato, que no es mas que nuestra opinión, que el monstruo no se forjó en los púlpitos, ni fue fruto del odio del que se acusó a los religiosos de todo el mundo, sino en otro lugar un poco mas cercano a los acusadores: el mismo grupo de gays y homosexuales que con su dedo señaló innecesariamente a quienes no tienen la culpa de no aceptar, según las creencias a las que tienen derecho, la desviación sexual como una conducta normal.