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El PLD, en el corazón de Abril

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El PLD, por consiguiente, es el hijo legítimo de uno de los grandes acontecimientos históricos de la vida nacional: el que se planteó la lucha por la independencia, la soberanía nacional, la democracia y la justicia social

Por Leonel Fernández

La Revolución de Abril de 1965 fue la consecuencia directa del golpe de Estado de septiembre de 1963 contra el gobierno del profesor Juan Bosch. Ambos acontecimientos marcan el fin de la primera fase de transición democrática en la República Dominicana después del desplome de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.

Al término de la dictadura trujillista había la ilusión en el pueblo dominicano de que podría instalarse en el país un régimen de libertades y de justicia social. Por esa razón votó abrumadoramente por la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), encabezada por el profesor Juan Bosch, en los comicios celebrados en diciembre del 1962.

Pero aún antes de celebrarse las elecciones, se había desatado una campaña en contra de Bosch, sobre la base de que supuestamente era comunista. Eso condujo a la famosa polémica con el padre Lautico García, días antes de la celebración del certamen electoral, en la que el sacerdote jesuita se retractó de sus afirmaciones, volcando al electorado en favor de la candidatura perredeísta.

No obstante, después del triunfo electoral, las acusaciones continuaron. Ya no se decía que Bosch era comunista, sino de que era muy tolerante con las personas y organizaciones tildadas de ser partidarias de las ideas de Carlos Marx en el país.

Se le hizo mucha presión al gobierno del partido blanco para que cerrara una escuela de ciencias políticas que dirigía el profesor Dato Pagán Perdomo, la cual, supuestamente, servía de adoctrinamiento comunista; y de igual manera se exigía la deportación de varios dirigentes de organizaciones de izquierda.

Ante todo eso, el presidente Bosch se negó. Entendía que un régimen democrático tenía que ser tolerante a la diversidad de ideas que circulan en una sociedad. Que ningún ciudadano tenía que ser perseguido o expulsado del territorio que le vio nacer, simplemente por su forma de pensar.

Pero nada de eso fue entendido; y de esa manera, las fuerzas antagónicas al desarrollo de una auténtica democracia en el país y a la realización de cambios sociales, le pusieron fin, abruptamente, al primer experimento democrático en la República Dominicana, luego de la desaparición de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.

La Revolucion de Abril

La reacción popular contra el golpe de Estado no se produjo de manera inmediata. Hubo que esperar un año y siete meses para que se produjera. En ese tiempo, Juan Bosch, que se encontraba exiliado en Puerto Rico, entró en contacto con un grupo de jóvenes oficiales, indignados por el rumbo que las Fuerzas Armadas, en particular, y el país, en general, habían tomado después de la realización del golpe que derrocó al gobierno perredeísta.

Entre esos jóvenes oficiales se encontraba el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, quien en compañía de varios oficiales de alto rango, como el coronel Hernando Ramírez, había estado organizando el denominado Movimiento Enriquillo, para dedicarse al rescate del orden constitucional, la democratización del país y la reforma de las Fuerzas Armadas.

En razón de que el gobierno del Triunvirato se hacía cada día más impopular, por el virtual estancamiento de la economía, la insensibilidad social y la represión política, los esfuerzos por promover su derrocamiento se hacían cada vez más ostensibles.

Así vino a ocurrir el episodio del 24 de abril de 1965. Ese día, el jefe de Estado Mayor del Ejército, general Rivera Cuesta, convocó a su despacho para poner en prisión a cuatro oficiales miembros del Movimiento Enriquillo, que se consideraba estaban conspirando contra el gobierno del Triunvirato, encabezado por el Dr. Ronald Reid Cabral.

Así lo hizo. Pero en el proceso, se produjo una rebelión interna, y entonces el capitán Mario Peña Taveras, quien era el encargado de los asuntos administrativos de la jefatura, hizo preso, a su vez, al general Rivera Cuesta.

De inmediato se transmitió la noticia a los demás oficiales comprometidos en la revuelta. Se le informó al doctor José Francisco Peña Gómez, alto dirigente del PRD, quien se encontraba transmitiendo el programa de su partido, Tribuna Democrática. Este aprovechó el momento, informó al país, y alentó al pueblo para que se lanzara a las calles en la defensa de sus derechos conculcados.

Así empezó la gran epopeya de la Revolución de Abril de 1965, una de las gestas heroicas más hermosas y patrióticas de la historia dominicana. Se trataba de un pueblo enardecido que junto a militares honestos reclamaban el retorno a la Constitución de 1963 y el regreso al poder del presidente Juan Bosch.

El grupo de San Isidro respondió a la rebelión popular con el bombardeo a la ciudad de Santo Domingo. Ante la superioridad militar de las fuerzas conservadoras, parecía que la causa del pueblo estaba destinada al fracaso. Así incluso lo entendió el embajador norteamericano, William Tapley Bennet Jr., quien se negó a promover un diálogo entre las partes en conflicto.

Fue entonces, cuando se creía que no era posible el triunfo armado, que emergió la figura del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien por su coraje, patriotismo y determinación, se convirtió en el líder del movimiento revolucionario.

Bajo la conducción del coronel Caamaño y el pueblo en armas, se llevó a cabo la titánica batalla del puente Duarte, en la que se impidió que los tanques del CEFA pudieran cruzar hacia la parte occidental de la ciudad.

A partir de ese momento, la situación se volcó en favor de los constitucionalistas. La victoria de la democracia y la libertad estaba garantizada. Pero a partir de ese momento, se produjo la intervención militar de los Estados Unidos. En principio, para salvar vidas norteamericanas; pero luego, claramente, para frustrar el triunfo de la revolución constitucionalista, sobre la base de que había pasado a ser dirigida por los comunistas.

El nacimiento del pld

No cabe dudas de que el fenómeno de la Guerra Fría, y muy especialmente de la Revolución cubana, habían jugado un rol importante en el desenlace final de la Revolución de abril.

Pero lo verdaderamente trascendente, desde el punto de vista político, es que tanto el golpe de Estado de 1963, como la intervención militar de los Estados Unidos de 1965, plantearon a las fuerzas progresistas el problema del acceso al poder, pues por los hechos ocurridos, parecía que no había manera de acceder al poder por vía democrática; que todos los caminos en esa dirección se encontraban obstruidos.

Eso, además, representaba para el profesor Juan Bosch, un líder que se había formado en el combate contra las dictaduras y en favor de la democracia, el desafío de cómo seguir hacia adelante en la defensa de los valores de su pueblo.

En la búsqueda de solución a esos nuevos retos, el profesor Bosch se dedicó a reflexionar y a repensar la forma de reorientar la lucha política, no sólo en la República Dominicana, sino en toda América Latina y el Caribe.

De ahí surgió toda su producción política, ideológica e intelectual de su época en Benidorm, España, que engendró como resultado la publicación de trabajos como Composición Social Dominicana; De Cristóbal Colón a Fidel Castro; El Pentagonismo, Sustituto del Imperialismo; Dictadura con Respaldo Popular; y Breve Historia de la Oligarquía.

A esa nueva concepción de la historia y de la política, tenía que corresponderle, por igual, una estructura organizacional que se correspondiese con los nuevos objetivos estratégicos que se planteaban, que no podían ser, pura y simplemente, la participación electoral, donde no habían condiciones adecuadas para alcanzar el poder.

Esas nuevas ideas y nuevas formas de concebir la participación política, suscitaron tensiones dentro del Partido Revolucionario Dominicano, en el que había un importante sector partidario de la idea de procurar un acercamiento con sectores liberales en Washington, a los fines de retornar al poder.

Esas tensiones, entre otros factores, culminaron en 1973, en una ruptura del Partido Revolucionario Dominicano, dando origen a la formación del Partido de la Liberación Dominicana, enarbolando entre sus propósitos iniciales  el de concluir la obra iniciada por Juan Pablo Duarte.

En todo caso, lo que resulta evidente es que sin Revolución de Abril de 1965, no habría habido Partido de la Liberación Dominicana. El PLD, por consiguiente, es el hijo legítimo de uno de los más grandes acontecimientos históricos de la vida nacional: el que se planteó la lucha por la independencia, la soberanía nacional, la democracia y la justicia social.

Por esas razones, el PLD está y siempre estará en el corazón de Abril.