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    ¡Mi madre, la mejor del mundo!

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    ¡Saludos!, aunque inicio el presente escrito con la determinante o pronombre posesivo «mi», en realidad quisiera en el fondo generalizar; es decir, convertirme en cada lector para destacar el aprecio y el valor de sus madres.

    Esto así, porque cada quien tiene en «el macuto» de su alma una razón para adorar a su «viejita», sin importar clase social, credo o religión.

    ¿Qué es ser madre?

    -«Para definir a una madre, hay que ser madre», escuchaba a mi progenitora decir eso, por eso como por naturaleza biológica no podré serlo nunca, salvo que se haga el experimento que se dice está en carpeta de científicos y que motivó la realización del film «Junior», con Arnold Schwarzenegger (1994); en donde él quedó embarazado tras consumir una droga especial. Pero como eso aún es ficción, volvamos a la realidad.

    Lo cierto es que para definir teóricamente qué es una madre visité a WiKipedia, en donde se define «madre» de la siguiente manera:

    La madre humana:

    «La madre desde una perspectiva cultural, constituye un elemento esencial en la crianza de los individuos. Así como en la constitución de la institución familiar. El desarrollo fisiológico en el ser humano se complementa con la crianza familiar que posibilita el crecimiento integral ante la desventaja biológica con respecto a otras especies animales que no necesitan de cuidados extra para lograr sobrevivir por sí mismos durante los primeros momentos de vida, y por el contrario necesitan años de cuidados por parte de los padres, lo que establece de manera importante la prolongación del vínculo de apego que las madres humanas tienen sobre sus hijos».

    En los mamíferos:

    En el caso de los mamíferos como el ser humano, la madre gesta a su hijo (primeramente llamado embrión y luego feto) en la matriz hasta que el feto esté suficientemente desarrollado para nacer. La madre entra en labor de parto y da a luz.

    En los unicelulares:

    En organismos asexuados, como en el caso de los organismos unicelulares que se reproducen por división, la madre es una célula que se divide para producir células hijas»-.

    Vista la descripción teórica de «madre», ahora comparto con ustedes como describo yo, sin teorías ni datos científicos a la mía, para avalar las razones por la que la he denominado como ¡mi madre, la mejor del mundo!

    ¡La mejor madre del mundo!

    Doña Cecilia Jiménez Inirio, mi querida madre, desde muy niña mostró talento para cantar, por eso mi abuelo Felipe Jiménez, su padre, quien a pesar del bajo nivel de escolaridad era un hombre sabio y visionario, permitió que Ramona Jiménez(Nenita), hermana mayor de ella, se la llevara a Santo Domingo, capital de la República, a estudiar canto.

    Los inicios de la Estrella del canto:

    Doña Cecilia llega a la capital en el año 1954, cuando apenas tenía 11 años de edad. Entra a estudiar canto en la Escuela de Música María Montez, ubicada en la calle Marcos Adón, a la sazón dirigida por el Prof. Mariano Pellerano.

    En el 1956 el Prof. Pellerano consideró que estaba lo suficientemente preparada como para participar o competir en cualquiera de los festivales y concursos de cantos de la época, por lo que viene a La Romana a competir en el primer Festival de la Voz de la Región Este(año 1956), alzándose con el segundo lugar. Luego, en 1958, gana el primer lugar en el Festival Nacional de la Voz, celebrado en la Voz Dominicana, en Santo Domingo.

    A partir de ahí su carrera va en ascenso: Es contratada por el lugar en donde desfilaron las grandes estrellas del canto de la época, tanto nacional como internacional. El Piano Bar de Julber Alberti, en Cambita San Cristóbal, la tierra del «Jefe» Rafael Leonidas Trujillo.

    Luego es invitada a formar parte de una de las mejores orquestas en esos años, la Orquesta Santa Cecilia, en donde el primer vocalista era el inmenso Rafael Colón.

    ¡La estrella se convierte en madre!

    Cuando el éxito le sonreía en lo referente a su profesión, he visitada por el amor; conoce entonces a Evaristo Jiménez Bergés, mi padre. Con él procrea cinco hijos: tres hembras y dos varones; de los cuales soy el número 4.

    Al convertirse en madre de la primera de los cinco, a pesar de que le habían hecho ofertas para desarrollar una gira artística que coronaría todos esos años de entrega a su oficio, decide retirarse para dedicarse a su rol de madre.

    Y así pasó el tiempo, y esa hermosísima y melodiosa voz solo la utilizó para deleitar a la familia y amistades cercanas, en cada festividad navideña o días especiales; haciéndose acompañar por otro gran cantante de la familia, mi tío Baudilio Jiménez (Chachá), quien tocaba la guitarra de forma magistral.

    Ahora, Doña Cecilia Jiménez Inirio, mi madre, dedica su tiempo y su talento a Dios, pues es ministra de asamblea de la parroquia Sagrado Corazón De Jesús. Allí, además de su agradable manera de leer las palabras de Dios, deleita con sus cantos a los hermanos en cada actividad que se realiza en la Iglesia católica de su comunidad.

    ¡Mi madre, la mejor del mundo!

    Tal vez no es justo que la corone como tal por el hecho de ella haber dejado todo por nosotros sus hijos, pues en el fondo sería un acto involuntario de egoísmo de mi parte, pero sinceramente, con el alma abierta les confieso que al evaluar sus limitaciones, su sacrificio y su desvelo por nosotros, pudiendo haber tenido de todo y haber viajado al exterior(como le ofrecieron), tengo que llevar desde el corazón a mis labios, y por consecuencias en mis manos para escribirlo de que ¡MI MADRE ES LA MEJOR DEL MUNDO!

    Y como no pretendo secuestrar las razones que pudieran ustedes tener para decir lo mismo que yo, dejo una línea extra en este artículo para que cada quien exprese el testimonio que le da el mismo rango de ¡la mejor madre del mundo!, a las madres de cada uno de ustedes, a propósito del día de las madres.

    ¡Hasta la próxima!