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Madres solteras: Una epidemia en RD

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En República Dominicana el 38% de los hogares son monoparentales, lo que significa que están integrados por uno de los padres y uno o más hijos.
Madres solteras: Una epidemia en RD

Por Claudia Fernández Lerebours

En República Dominicana el 38% de los hogares son monoparentales, lo que significa que están integrados por uno de los padres y uno o más hijos.

Los hogares biparentales (integrados por ambos padres) son el 43.4%, conforme la última encuesta Enhogar, realizada por la Oficina Nacional de Estadística en 2022

Entre los hogares monoparentales, los integrados por la madre y los hijos, o sea, que la jefa de hogar es mujer, alcanzan el 34.7%, contra apenas 3.4% en que el jefe del hogar es el padre.

Esos datos muestran el peso de las madres solteras en la sociedad dominicana: los hogares encabezados por los dos padres superan apenas por 5% los encabezados solamente por la madre.  

Detrás de cada madre criando sola a sus hijos, hay una historia de valor, esfuerzo, trabajo sin descanso, desafíos interminables y amor incondicional.

Con motivo del Día de las Madres, Reseñas le pone voz a tres jóvenes madres solteras dominicanas, de distintos estratos de la sociedad. Sus historias pueden ser las de muchas otras más como ellas.

Mery Isabel Acosta, 34 años: “La niña todas las noches me besa la mano a mí y a él también”.

Mery Isabel labora como manicurista en un salón de la capital; reside en el sector de Sabana Perdida, provincia Santo Domingo.

A los 21 años se unió a Vladimir García Brito, un año mayor que ella y quien laboraba en un colmado de Sabana Perdida.

La joven pareja estableció residencia en el indicado sector y unos años después procrearon a Bairon, de 9 años y Isaura, de 6 años.

En diciembre de 2019, Mery enviudó. Su marido falleció repentinamente a causa de un agudo cuadro cardio-respiratorio, apenas un día después de ser ingresado en el Moscoso Puello por una gripe infecciosa.

El joven Vladimir era un excelente padre, según resalta Mery, y su fallecimiento provocó trastornos psicológicos en el pequeño Bairon, que en ese momento tenía 5 años.

“El era el final como padre, todo era para sus hijos, su ausencia devastó a mi niño, a quien tuvimos que buscarle psicólogo pues se puso agresivo y no aceptaba que su papá ya no estuvieral”, dice.

“Por los niños ni quería que yo trabajara, me pedía que me quedara en la casa hasta que crecieran, sobre todo le preocupaba la niña porque era la más pequeña”, añadió.

Aunque Mery entiende que emocionalmente ha superado la muerte de su esposo, su falta y en consecuencia el hecho de ser madre y padre de sus dos hijos, le ha significado un impacto vital muy severo.

“A veces me hace falta cuando me siento agotada física y mentalmente entre todo el trabajo para ganarme la vida más el de la casa y los niños; a veces me siento muy estresada, cuando me veo sin nada para cubrir tantas necesidades yo sola”, expresó.

“La niña dice que lo ve”

Mientras los niños crecen, el recuerdo del padre fenecido pende sobre la familia. Antes de irse a dormir la pequeña Ysaura se despide de su mamá y de él; constantemente dice verlo en el baño, sentado en el inodoro.

Pide a Abinader ayudarla

La joven madre soltera cuenta que ha sido rechazada varias veces para recibir ayuda del gobierno, por lo que dejó de buscarla: “lo solté porque siempre me respondían que no calificaba”.

Agradecería mucho que el presidente Luis Abinader tomara en cuenta su difícil situación y le diera una casa.

Marcelina Bodré De León, 38 años: “Mi hijo ha sacado lo mejor de mí”.

Hija de madre soltera y con la pobreza como telón de fondo en su vida, Marcelina Bodré, oriunda de Yaguate, San Cristóbal, siempre buscó superarse y una vez terminó el bachillerato ingresó en la carrera de lenguas modernas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Sin embargo, al poco tiempo de comenzar sus estudios quedó embarazada de su novio, un joven soldador con quien tenía una relación entendida como formal.

Por una serie de circunstancias relacionadas al comportamiento del joven, la pareja finalmente nunca se casó; a sus 23 años Marcelina se convertía en madre soltera de Luis Gustavo Plasencio Bodré, cariñosamente “Justin”, actualmente un robusto adolescente de 15 años.

Marcelina cuenta que tuvo determinado acompañamiento y apoyo de su pareja durante el embarazo, pero luego él se alejó, al punto de no cumplir siquiera mínimamente con sus responsabilidades paternas, ni en lo económico ni lo moral.

Marcelina contó con el apoyo de su familia para criar a su hijo, pero de todos modos se vio obligada a buscar sustentación económica.

Por riesgo de aborto tuvo que suspender la universidad durante el embarazo, pero la interrupción de los estudios se prolongó por más tiempo del pensado y durante distintas ocasiones, ante la necesidad de trabajar para mantener a su retoño.

Pese al rezago provocado por las dificultades, la joven madre soltera se manifiesta eminentemente positiva, luchadora y agradecida de Dios por su hijo.

“A mi hijo nunca lo he visto como un obstáculo, sino que él ha sido mi motor”. Estoy enfocada en terminar mi carrera para que mi hijo vea que sí se puede, que cuando uno quiere algo lo que tiene es que proponérselo, con empeño y con la disciplina”, expresa.

Destaca que su hijo ha sacado lo mejor de ella,  que busca ser una mejor persona para la sociedad pero principalmente para él.

“No rendirse”

Marcelina llama a otras jóvenes con desafíos similares al suyo a no rendirse, porque verán los frutos del esfuerzo y la constancia.

“Yo me siento super realizada, todavía falta, pero es maravilloso ver a donde yo he llevado a mi hijo, que estoy formando un hombre con valores, con principios, educado, esto ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida”, expresa orgullosa.

Llama al gobierno a poner énfasis en ayudar a las madres solteras y crear fuentes de empleos para este segmento.

Melody Lizbeth Moreno Cruz, 30 años: “Que no te pase a ti, ser madre soltera, para que valores muchas cosas”.

Un embarazo fuera del matrimonio a los 20 años cambió la vida de Melody Moreno para siempre pero para bien, según ella misma reconoce, por los aprendizajes derivados de esas difíciles circunstancias.

Ella era una joven estudiante en una universidad privada, residente en Buenos Aires del Mirador, un sector de clase media de la capital, junto a su madre y una hermana menor.

Inmadura, soñadora y enamorada, “metió la pata” y quedó embarazada de un joven de su misma edad con quien mantenía un noviazgo desde el colegio de secundaria.

Durante unos meses, y en circunstancias materiales muy difíciles para Melody, ya que el joven tenía un empleo modesto y ella no trabajaba, intentaron construir un hogar juntos.

Sin embargo, para el final del embarazo vivían cada uno por su lado, mientras la relación se volvía “tóxica” y entró en declive, debido a la conducta desorganizada, desapegada e irresponsable de su pareja.

“Yo tuve un embarazo totalmente tormentoso, sufría muchísimo y así le pedía a Dios que mi hija naciera sana. Estaba sola, tenía el apoyo de mi familia pero necesitaba el de mi pareja y ese brillaba por su ausencia”

El 10 de octubre de 2014, Melody alumbró a Aimeé Sophia. El joven padre no estuvo al lado de la recién parida; no la acompañó al hospital ni participó del parto. Acudió a la clínica horas después de nacer la niña.

“No me va a alcanzar la vida para pagarle a mi madre todo su amor, entrega y apoyo”.

Mientras tuvo que enfrentar la realidad de la ausencia del padre de Aimeé en la crianza de su hija, Melody tuvo la inmensa compensación del apoyo infinito de su madre, quien asumió a Aimeé más que como una nieta como otra hija suya.

Verse con una hija en brazos templó el carácter de Melody, “porque a ella no le podía venir con excusas para cubrir sus necesidades”.

Tomó decisiones valientes para concluir su formación profesional y comenzó a trabajar al mismo tiempo.

“Si las cosas sucedieron así para que yo aprendiera lo que es el sacrificio y el agradecimiento, el amor incondicional a una madre y a la otra persona, pues qué bien que sucedió”, resalta.

“Mis tropiezos me convirtieron en la mujer enfocada que soy ahora; Aimeé me enseñó lo que es ser una mujer responsable, una mujer de verdad”, añadió.

Aconseja a las mujeres jóvenes vivir aprovechando el tiempo, enfocarse en educarse y forjarse.