En medio de las cifras alarmantes de mortalidad por dengue, no tuvimos mas que reírnos cuando leímos las instrucciones del director del Servicio Nacional de Salud (SNS), doctor Ramón Alvarado, en el sentido de prohibir la muerte de un paciente más en los hospitales públicos del país a causa del dengue.
La realidad es que el dengue tiene de rodillas al sistema de salud de la República Dominicana y no es cierto, si no lo sabía Alvarado, que un problema que solo es un reflejo de la grave crisis que atraviesa la prestación de servicios médicos a las personas, se va resolver con una orden o un decreto.
En el día de ayer se publicaron las cifras de muertos por dengue este año 2015, que ya se elevan a 95 fallecidos, en su mayoría niños, para esta misma fecha en el 2014 habían fallecido 58, que era también una cifra altísima en relación a la cantidad de casos presentados.
Lo que ocurre es que en nuestro país, lamentablemente no es una prioridad para nadie, es mas, podríamos afirmar con datos en las manos, que desde el año 2001, cuando de promulgaron las leyes de reforma y seguridad social, la prestación de servicios a las personas ha ido de crisis en crisis sobretodo por la falta de organización para hacer eficiente el gasto en salud de la República Dominicana.
En esta área estamos como los «carritos chocones», nos vamos de un lado a otro dependiendo de la genialidad que se le ocurra el secretario o ministro de Salud de turno y a merced de la voluntad del grupo médico del Partido de la Liberación Dominicana, que debe ya admitir que ha fracasado como grupo político en la gestión de la reforma del sistema.
Porque ¿cómo se puede justificar que la República Dominicana sea líder en la muerte por dengue?, una enfermedad que se conoce hace mas de dos siglos y que en un momento, entre los años 50 e inicios de los 60, estuvo erradicada en el área del Caribe.
Es que alguien nos podría decir ¿cómo es posible que mueran más personas por dengue en República Dominicana que en países como Nicaragua, El Salvador, Honduras o Costa Rica?, todos con un nivel de desarrollo social y económico igual o por detrás del nuestro.
Es que estas muertes son un síntoma de una profunda enfermedad de un sistema que no soporta mas parches, que necesita una aproximación responsable de parte de autoridades que no estén pensando mas que en implementar los cambios estructurales que por fin indica la legislación vigente por encima de la demagogia y la mediocridad que ha penetrado en todo el cuerpo del sector sanitario dominicano.
Así que el decreto del doctor Ramón Alvarado no podrá cumplirse, por mejor intención que tenga este distinguido profesional de la medicina, mientras las condiciones actuales permanezcan y las muertes no provoquen consecuencias, pues los pobres seguirán muriendo en unos hospitales que poco a poco se han venido convirtiendo en verdaderos almacenes de enfermos.
