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    Los partidos políticos dominicanos y el poder como factor de unidad

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    Por Humberto Salazar

    Si algo ha sido común a casi todos los países latinoamericanos en las últimas décadas, es el derrumbe por división y en muchos casos la desaparición, de todo el sistema de siglas políticas tradicionales que caracterizaron nuestros sistemas políticos en la época de las grandes discusiones ideológicas.

    No es una situación particular de la República Dominicana, los enfrentamientos internos, las divisiones y fracturas, los desgarramientos y disensiones, es más, podríamos decir que somos una saludable excepción porque todavía viven dentro de nosotros las siglas que dieron origen a nuestro sistema democrático.

    Hemos visto desaparecer o disminuir a su mínima expresión a partidos tan emblemáticos como el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) del Perú; el Partido Justicialista de Argentina fragmentado en múltiples movimientos, a los partidos Conservador y Liberal de Colombia, al COPEY y Acción Democrática en Venezuela, y a casi todos grandes partidos que dominaron el panorama político del continente.

    Todos ellos han sido sustituidos por movimientos multipartidarios y alianzas políticas que buscan el ejercicio del poder, dentro de sistemas electorales que obligan a la transacción y al acuerdo, ya que las mayorías calificadas para ganar las elecciones son la regla impuesta a partir de la sustitución de las dictaduras que gobernaron nuestros países en un momento determinado.

    En la República Dominicana sin embargo, pareciera que el factor que da cohesión y sentido de unidad a nuestros partidos tradicionales, es ganar y mantenerse en el poder, pues al parecer, las tradicionales luchas internas que dan sentido a la existencia de las agrupaciones políticas son contenidas dentro cuando se esta en el ejercicio de los poderes públicos.

    Así como esta contención interna se produce cuando los principales dirigentes de uno de nuestros partidos políticos son parte del tren gubernamental, ya sea en el Poder Ejecutivo o Legislativo, así mismo cuando se está ejerciendo la oposición esta sola condición parece ser un motivo para que reine la división y fragmentación.

    Cuando el 1968 Francisco Augusto Lora intentó dividir al Partido Reformista con Joaquín Balaguer ejerciendo el poder, tuvo que abandonar el partido y fundar el Movimiento de Integración Democrática antireeleccionista (MIDA) que participó en las elecciones del año 1970 y por supuesto perdió.

    La derrota electoral de 1970 agudizó la confrontación interna dentro del Partido Revolucionario Dominicano y antes de las elecciones del año 1974 este partido se dividió, en la oposición, cuando Juan Bosch fundó el Partido de la Liberación Dominicana.

    El PRD que ganó las elecciones en 1978 y 1982 no se dividió formalmente, a pesar de las luchas internas públicas, el suicidio de un presidente en pleno Palacio Nacional, la existencia de dos presidentes del senado en un momento determinado y la confesión de que existían tendencias oficiales irreconciliables.

    Al PRD en el poder no lo dividieron las acusaciones de corrupción que hizo Jorge Blanco en contra de la familia de Antonio Guzmán, ni el tiroteo entre majlutistas y peñagomistas en el Hotel Concorde en 1986, la fractura la produjo la salida del poder en las elecciones de ese mismo año a manos del ya Partido Reformista Social Cristiano y Joaquín Balaguer.

    Al PRSC lo mantuvo unido al salir del poder en 1978 la presencia de Joaquín Balaguer como única opción par volver a ocupar la presidencia de la República y los desastres de los gobiernos del PRD, que abrieron el espacio para que renaciera la esperanza de que esa maquinaria electoral, que nunca fue un partido político tradicional, permaneciera como la opción opositora a los que gobernaban.

    El PLD también tuvo desprendimientos por las perdidas electorales, la mas importante de todas después de lo que ocurrió en las elecciones de 1990 cuando por muy pocos votos Juan Bosch no pudo volver a la presidencia y acusaron a Joaquín Balaguer de haberles ganado con un fraude en las elecciones de ese año planteando la consigna de que este debía ¨irse ya¨ del Palacio Nacional.

    Al arribar el país a la época de los grandes cambios políticos mundiales a raíz de la confesión por parte de los países que habían escogido el comunismo y el socialismo como sistema de gobierno de su fracaso, todavía teníamos al PRD y el PRSC como partidos principales del sistema político, el primero consolidado alrededor del populista Peña Gómez como opción opositora y esperanza de poder, el segundo en cambio era el partido de gobierno y su presencia mayoritaria en todos los poderes públicos lo mantuvo unido al lado de Joaquín Balaguer.

    El PLD, en cambio, se planteaba internamente como sustituir a Juan Bosch, a quien el destino le tenía guardado padecer de Alzheimer, una enfermedad que incapacita lo intelectual y la capacidad de socialización de los seres humanos, pero que sin embargo, mantiene por bastante tiempo la apariencia de normalidad física porque la degeneración de células a nivel cerebral es su característica principal.

    Esto dio oportunidad a que un grupo de dirigentes de ese partido de organizara y preparara la transición hacia una organización donde se pudieran discutir los temas internamente, sin la presencia omnipotente de un líder abarcador y absoluto, a lo que se agregó la crisis política de 1994 cuando el PLD retrocedió de ser una opción de poder real, como lo fue en 1990, a ser una organización de un muy lejano tercer lugar.

    Al PRSC lo dividió la salida del poder en 1996 y la pérdida evidente de condiciones físicas y mentales de Joaquín Balaguer con más de 90 años de edad, después de todo nadie es eterno, lo que a su vez produjo la deserción de gran parte del sentimiento reformista hacia el PLD en las elecciones de ese año, ya que los simpatizantes reformistas eran intensamente anti-perredeístas y especialmente anti-Peña Gómez, quien había encabezado la oposición mas radical en contra de Balaguer.

    Del PRSC sin Balaguer lo único que surgen son personas y grupúsculos, la mayoría se había adherido de modo natural al PLD porque constituía la posibilidad de llegar al poder y mantenerlo, así fueron derrotados el PLD y el PRSC en el año 2000, aunque matemáticamente la suma de los dos partidos fue la mayoría, por algo se descartó por voluntad propia el candidato peledeísta pues la suma de los votos no le dio al PRD el 50 mas uno necesario.

    La unidad del PLD en el año 2000, a pesar de que salió del poder, se debe a dos factores principales, la persecución que sobre los miembros de ese partido se desató desde el Palacio Nacional, lo que llevó a la cárcel a algunos de sus miembros y enroscó sobre si misma la cúpula partidaria como una forma de defensa y lo segundo es que era la única organización que frente a la muerte de los tres líderes que representaban las principales franquicias partidarias tenía una dirección racional y colectiva.

    Y su ganancia electoral en las elecciones del año 2004, resulta de la suma de las voluntades del reformismo tradicional y simbólico (Peynado, Reid Cabral, Carlos Morales, Leo Matos), el desastre de gobierno realizado por Hipólito Mejía en el período que le tocó gobernar y la existencia de una organización capaz de adaptarse a la nueva realidad política que existía en la República Dominicana donde, en solo cuatro años, fueron enterrados los símbolos de la política caudillista que heredamos de la dictadura y la época de la confrontación de la década de los 60 y 70.

    Lo que mantiene unido al PLD, algo que es consustancial con la existencia de los partidos políticos, es su permanencia como partido de gobierno, sus continuos triunfos electorales, la hegemonía que lo mantiene como principal partido del sistema político y el ejercicio a la cabeza del ejecutivo, primero de Leonel Fernandez por 12 años no consecutivos, y ahora por Danilo Medina que cumplirá 5 años como presidente de la República a mediados de este mes.

    A medida que avanza el proceso de consolidación de nuestra democracia, que los resultados económicos positivos se repiten en esta etapa de crecimiento continuo de nuestra economía, la mas alta de toda nuestra historia en términos de creación de riqueza, que se cambia la fisonomía de las ciudades y campos con la ejecución de políticas públicas de inclusión, que como país ya vamos dejando la coyuntura y el inmediatismo y abrimos el espacio a la planificación de mediano y largo plazo, en ese mismo sentido sentido se fortalece el PLD como partido de gobierno.

    La razón por la que ese partido no se ha dividido, como ha ocurrido con el PRD y el inexistente reformismo, esta íntimamente vinculada con su presencia en el poder durante 17 de los últimos 21 años y la proyección de que seguirá ganando elecciones en la medida de que el modelo económico que se implementa en el país siga siendo beneficioso para las mayorías, es muy poco probable que un gobierno en auge económico pierda unas elecciones en la democracia.

    No hay ningún secreto, ni existe posibilidad alguna de que el PLD vuelva a ser el partido de los años 70, porque en este momento es una organización cuya unidad depende de mantenerse ganando elecciones, de un partido de cuadros ha realizado el transito hacia un partido que es una maquinaria electoral reunida alrededor de un proyecto de poder nacional y múltiples proyectos locales que los invita a activarse cada cuatro años.