Inicio Sin categoría ¿Hacia dónde marchamos? unos para construir, otros para destruir

    ¿Hacia dónde marchamos? unos para construir, otros para destruir

    221

    Por HUMBERTO SALAZAR

    Es curioso el paralelismo que podemos observar en la marcha personal que realiza el presidente de la República, Danilo Medina todos los domingos y las movilizaciones, mejor conocidas como «manchas verdes», que convocan grupos especializados en la protesta, el ruido vociferante y las quejas no propositivas de soluciones.

    Para los fines del color que distingue ambas iniciativas y escuchando la intervención de Danilo en el día de ayer en Río San Juan, es el mismo, la agricultura y el campo se distinguen por se identificados con lo verde brillante que caracteriza a la foresta, y los llamados «verdes» se han apropiado de este para realizar sus protestas.

    Solo que la marcha y el camino trazado por las visitas sorpresas del actual presidente, lo que plantea es la construcción de alternativas viables, desde el punto de vista de financiamiento y soporte técnico, a toda esa estructura de productores del campo que fueron abandonados en diferentes épocas, y que ahora, en 174 ocasiones en menos de 5 años han tenido la oportunidad de interactuar con el jefe del Estado.

    El otro camino, el de las llamadas «manchas verdes», es un amasijo de intereses personales y grupales, nativos y extranjeros; que bajo la consigna de que se lucha contra lo que llaman la «impunidad y la corrupción» se movilizan periódicamente, creándose entre ellos la ilusión de que con este método van a sustituir por la vía que sea al actual gobierno, al que lamentablemente para ellos no cumple todavía once meses de duración.

    Hay que hacer el paralelismo entre las dos acciones, porque los objetivos son divergentes a pesar de la coincidencia de color, ambos tienden a verdes, por la parte del gobierno de lo que se trata es de reafirmar el compromiso que hizo el Presidente Medina de implementar el desarrollo de metas económicas y sociales invirtiendo en forma directa en esa parte de la población que necesita de financiamiento a bajo costo para desarrollar proyectos productivos.

    Este es uno de los temas centrales de la lucha contra la pobreza en los países en vías de desarrollo, resulta imposible para los sectores excluidos, que por eso se califican de marginados, acceder a prestamos a tasas razonables que les permita emerger como una nueva clase media de productores y consumidores que es el eje sobre el que se sustenta cualquier economía moderna.

    Cuando Danilo habla de que debemos centrarnos como país en el desarrollo de 4 sectores principales: turismo, agropecuaria, mypimes e industria; parte de un diagnóstico de las áreas donde podríamos tener cierto nivel de competencia y eficiencia de modo que sólo con el empuje del gobierno a través de programas especiales de financiamiento y apoyo técnico a sectores previamente identificados, mantendremos un nivel importante de crecimiento económico que es lo que permitirá el desarrollo del país.

    El circulo virtuoso de la creación de riqueza en un país como la República Dominicana, que por el escaso nivel de sus sistema educativo es incapaz todavía de competir en ciencia y tecnología, debe centrarse en aquellos sectores donde exista la voluntad de producir, el conocimiento adquirido a través de los años y un mercado que sea capaz de absorber lo que producen nuestros emprendedores del campo y la ciudad.

    De esto es que habla el presidente Medina cuando describe la forma en que se consumen los productos de los ganaderos y otros productores en relación a los turistas que nos visitan, cada vaso de leche que se toma un visitante es un producto que se exporta al exterior porque se paga con dólares que quedan en nuestra economía.

    Esta visión de futuro es lo que ha hecho la diferencia a favor de los gobiernos de Medina cuando se comparan con otros, su plan económico tiene como base la creación de una clase media creando las condiciones para el ingreso organizado de una gran cantidad de pequeños y micro-productores, con el financiamiento solidario del estado dominicano, al circulo de producción de riqueza que los convierte en consumidores de bienes y servicios.

    Lo que ocurrió ayer es la marcha verde de cada domingo del presidente Danilo Medina, con tintes verdes, ya que su accionar se dirige especialmente a los hombres y mujeres que ponen a parir la tierra con sus manos, que ordeñan las vacas para entregarnos leche o que se lanzan a la mar para traer consigo los peces que se sirven en nuestras casas y negocios de expendio de alimentos.

    La otra «marcha verde», la que ahora se convocan a través de las redes sociales y con la cara y la voz de algunas personas que tradicionalmente han mantenido una actitud de confrontación no constructiva en contra de los gobiernos que han construido la República Dominicana que vivimos y conocemos, pareciera ser un llamado al caos y al desorden callejero que termine una ruptura institucional del orden establecido en el país.

    Si fuera verdad que los objetivos que persiguen las «manchas verdes de la destrucción» fuera el fortalecimiento del sistema de consecuencias contra los que cometan actos de corrupción desde el gobierno y el sector privado, entonces hace tiempo que debieron haber llevado al congreso nacional sus propuestas para detener lo que ellos dicen es un país donde campea la impunidad.

    Porque al fin y al cabo la impunidad no es más que un estado de cosas en el cual los delincuentes no tienen miedo a la autoridad, por lo que no se eximen de delinquir, ya que sus acciones no provocan una reacción institucional que los haga pagar por sus delitos, esa es la definición libre de impunidad que, en el caso de la República Dominicana el pedido debe ser el fortalecimiento del sistema judicial para la persecución de este tipo de acciones.

    Desde el inicio la «mancha verde» ha tomado rutas equivocadas para lo que dicen son sus fines en forma pública pero que, dejan ver claramente una estrategia en el plazo que las circunstancias lo determinen, que el fin último de los que son el cerebro pensante de este tipo de movilización es desatar una situación de ingobernabilidad en la República Dominicana que desemboque en la sustitución por la fuerza del régimen que nos dimos los dominicanos en mayo del 2016.

    Para nada se ha trazado la línea institucional, reclamos de que se cumplan la Constitución y las leyes que soportan nuestro estado de derecho, al contrario, la ruta de la primera «mancha verde» a principios de este año, fue dirigida hacia el Palacio Nacional sede del Poder Ejecutivo, cuyos deberes y obligaciones no tienen nada que ver con el Poder Judicial, siempre de acuerdo a la separación de los poderes públicos que es el principio cardinal sobre el que se construye la democracia.

    A los dominicanos se nos siguen presentando aquellos dos caminos que se describió el fenecido presidente Joaquín Balaguer hace mas de 21 años en un acto en el Palacio de los Deportes: «por este lado se va al caos y al desorden….y por el otro al progreso, al bienestar y al fortalecimiento de las instituciones», frente a la convocatoria deberemos escoger al lado de quien marchar, de que que construye o de los que plantean la destrucción de la estabilidad que es el escenario donde podemos progresar.