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    Conflicto latente en la Cámara de Cuentas

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    Por Nelson Encarnación                  [email protected]

    Santo Domingo. Uno de los problemas más frecuentes en los organismos colegiados en la República Dominicana es lo difícil que resulta armonizar los intereses que de forma natural afloran en esos cuerpos colectivos, los cuales generalmente afectan su dinámica.

    Estas situaciones tienden a exacerbarse en la medida en que el órgano en cuestión no cuenta con un liderazgo sólido que sin violentar las normas, imponga el principio de autoridad que debe normar la conducción de cualquier institución para evitar el caos.

    Es lo que está sucediendo en la Cámara de Cuentas de la República Dominicana, cuyos integrantes están inmersos en una intensa lucha de principalía que afecta su dinámica.

    Según se nos ha revelado, el actual presidente del organismo fiscalizador de las cuentas públicas, el doctor Hugo Álvarez Pérez, no cuenta con el liderazgo suficiente como para torear los intereses naturales en todo colectivo, por lo cual muchas de sus tareas están retrasadas.

    El liderazgo del doctor Álvarez Pérez se vio sensiblemente disminuido luego de que anunciase la asesoría de un experto brasileño para auditar las obras que Odebrecht ha construido en la República Dominicana y que, según denuncias posteriores, resultó ser un individuo vinculado muy estrechamente a la empresa.

    Esto habría dado lugar a serios cuestionamientos por parte de sus compañeros, en razón de que el presidente no había consultado al pleno para dar a conocer tal decisión, tomándose en cuenta lo complicado del tema Odebrecht. Más aún cuando el doctor Álvarez habló públicamente del tema antes de ser presentado a la consideración de sus compañeros.

    Es entendible que los miembros del pleno de la Cámara de Cuentas se sintieran preocupados, pues cualquier nivel de involucramiento del organismo en el tema Odebrecht debe ser muy bien ponderado, obviamente sin rehuir sus responsabilidades constitucionales, ya que la expone al foco público más allá de lo que su propia índole le genera.

    Son cuestiones de una envergadura tal que no debería el presidente cargar con su responsabilidad. Y fue justamente lo que provocó la reacción negativa del pleno.

    Otro de los puntos en conflicto, conforme nuestras informaciones, gira en torno a las designaciones de funcionarios administrativos, que es el personal rotativo, pues los recursos técnicos (auditores y otro personal calificado) no están sujetos al vaivén de las circunstancias.

    Me llamó mucho la atención este detalle, y me remontó al origen de todas las desgracias de la gestión encabezada por el licenciado Andrés Terrero, la cual naufragó justamente por serios conflictos que se suscitaron a propósito de nombramiento del personal, hasta que la situación trascendió con un nivel que dio lugar al primer juicio político que realiza el Congreso en los últimos 100 años.