Inicio Arte Escritor Juan Vitta afirma que Colombia sigue siendo «un narcoestado»

Escritor Juan Vitta afirma que Colombia sigue siendo «un narcoestado»

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BOGOTÁ- .- La historia del periodista y escritor colombiano Juan Vitta quedó marcada por el año 1990 cuando fue secuestrado junto a otros comunicadores por el capo Pablo Escobar; desde entonces han pasado 26 años y muchas cosas han cambiado, pero en su opinión su país sigue siendo «un narcoestado».

«En Colombia hay 230.000 hectáreas plantadas con coca, si eso no es un narcoestado ¿qué es?», se preguntó Vitta en una entrevista con Efe, días después de haber sido nombrado académico correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua.

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), los cultivos de coca en Colombia se duplicaron en los últimos dos años hasta alcanzar las 96.000 hectáreas en 2015, después de varios años a la baja.

Vitta habla con la claridad y contundencia de quien ha vivido lo peor de esa lacra y ha tenido el valor de contarlo en la prensa: «No sé donde terminará (…) la legalización sería la forma de llegar a desnarcotizar las relaciones de Colombia con el resto del mundo, pero hay mucho dinero de por medio».

Con ese pesimismo, que él califica solo como «realismo», recuerda también cómo era hacer periodismo en la Colombia de finales de los 80 e inicios 90, un país marcado por la violencia del narcotráfico y del conflicto armado en el que «el 70 % de las noticias nacionales» estaban relacionadas con las bandas criminales.

«Era muy difícil titular porque uno no sabía qué callos estaba pisando y de quién eran. Mataron a muchos periodistas en esa época, algunos porque cedieron a la tentación de casarse con el diablo y otros porque no se casaban con el diablo y también les iba muy mal», comenta Vitta, que en aquellos años llegó a ser subdirector de la revista «Hoy por hoy».

De quienes optaron por «casarse con el narco», recuerda que al final les «cobraron» y cuando «no hacían lo que querían los eliminaban».

Debía entonces buscar la línea del «punto intermedio» en una Colombia que parecía entonces desbocada hacia los extremos.

Poco tardó en ser testigo de primera mano de ese país de radicalismos: en 1989 un grupo de personas que aseguraron ser miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) se puso en contacto con su amiga Diana Turbay y les ofrecieron una entrevista con el líder guerrillero Manuel «El Cura» Pérez.

La periodista, hija del expresidente Julio César Turbay, también medió en el proceso de paz con el Movimiento 19 de Abril (M-19) y esa fue la excusa que alegaron los falsos guerrilleros que insistieron en que Vitta también acudiera a la entrevista.

Entonces Pablo Escobar se encontraba en plena lucha sin cuartel contra el Estado y había decidido secuestrar a personas de la alta sociedad colombiana para presionar al Gobierno de César Gaviria.

Ni Vitta, que recuerda con precisión los encuentros que mantuvieron en 1989 con los supuestos enlaces del «Cura Pérez», ni Turbay sospecharon que se trataba de una trampa y acudieron a la falsa entrevista en un pueblo cerca de Medellín.

Después de tres días esperando decidieron presionar y preguntar qué estaba pasando, entonces recibió una respuesta que no ha conseguido olvidar de labios de un hombre enmascarado: «Vamos a decirles una cosa, aquí no hay reportaje, ustedes están retenidos por ‘Los Extraditables'».

«Se siente como si le abrieran el suelo y ‘dice trágame tierra, en qué me metí yo’. Quedaba uno en manos de Pablo Escobar que era terrible, un hombre con una crueldad inmensa. Sentí la muerte, es como si me dieran con un mazo en la cabeza», recuerda Vitta sobre el cúmulo de emociones de ese momento.

Los casi cien días que quedó «en manos de un hampa de la peor calaña» los inmortalizó Gabriel García Márquez en la novela «Noticia de un secuestro» para la cual se entrevistó con el periodista y otros protagonistas de aquella ola de secuestros.

Entonces tuvo ocasión de entrevistarse con Gabo y conocer una faceta privilegiada del nobel colombiano, la de periodista desde la perspectiva del entrevistado.

«Era muy preciso, preguntaba cosas muy exactas y hacía preguntas muy curiosas. Por ejemplo, me acuerdo que me preguntó si rezaba, le dije que sí y que también le pedía mucho a mi papá y mi mamá que me ayudaran», rememora sobre su entrevista con el nobel que en ese momento se consideró «su amanuense».

García Márquez preguntó y repreguntó sobre esa costumbre de Vitta y terminó incluyéndola en su libro.

Pero esa no fue la primera vez que Vitta se encontró con García Márquez, pues en 1982 había tenido el privilegio de acudir como invitado a ver cómo recogía el Nobel de Literatura en Estocolmo.

De aquella ceremonia conserva las invitaciones y un recuerdo: «estaba desconcertado pero a la vez muy orgulloso».

Con esa experiencia a sus espaldas, la perspectiva del tiempo, el conocimiento de su país y el testimonio de la violencia una pregunta es ineludible: ¿Cómo ve el futuro de esta Colombia que busca la paz?

«Espero que haya paz, aunque no soy muy optimista», asegura Vitta. Agencias