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    Una mujer a la JCE

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    Por Nelson Encarnación

    La modalidad implementada por la comisión senatorial que evalúa aspirantes a integrar la Junta Centra Electoral ha permitido que una cantidad impresionante de mujeres se haya sometido a ese escrutinio, lo cual indica que las damas no quieren quedarse atrás en ningún aspecto de la vida nacional.

    Esto abre la posibilidad de que más de una de estas postulantes pudieran ser parte del pleno del órgano comicial, e incluso que una de ellas pudiese presidir esta instancia de la administración electoral, lo cual haría historia.

    Hasta este día solo han sido parte de la JCE en calidad de titulares—no así de suplentes—seis mujeres, que son: Olga Seijas Herrero (la madre de Juan Luis Guerra), Aura Celeste Fernández, Rafaelina Peralta Arias, Ana Teresa Pérez, Leyda Margarita Piña y Rosario Graciano de los Santos.

    Es decir, que la equidad de género no ha estado presente en el discurrir de la JCE, lo cual pudiera deberse a que en el pasado no tan lejano, las damas mantuvieron distancia del quehacer electoral, ya sea como postulantes a cargos de elección popular o bien en la administración de los procesos.

    En una columna de hace tiempo destacaba las condiciones de la doctora Graciano de los Santos como una opción válida para presidir la Junta Electoral, lo cual quiero reforzar ahora a propósito de la gran cantidad de damas que han inscrito sus nombres en la lista de aspirantes a la JCE.

    No tengo vínculo personal con la magistrada Graciano. Su hermano, el doctor Francisco Gerónimo Graciano de los Santos, me dispensó un trato muy fino desde mis ya distantes días de pino escribiendo crónica policial—como el cuento de Virgilio Díaz Grullón—para El Caribe, cuando él ostentaba el rango de coronel y luego ya como general de la Policía Nacional.

    Es decir, que tengo una relación indirecta. Sin embargo, lo que pienso y digo acerca de la magistrada Graciano no tiene nada que ver con lo personal y afectivo, sino con el convencimiento de que ella es la solución para esta etapa en que se encuentra la Junta, y cuando de ninguna manera el Senado debe dejarse presionar para que desmantele la actual composición de la JCE. La experiencia acumulada tiene un valor extraordinario en cualquier instancia.