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Los dominicanos en Estados Unidos

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Leonel Fernández
@leonelfernandez

En la actualidad, se estima que hay cerca de un millón 800 mil personas de origen dominicano que residen en los Estados Unidos, de conformidad con el análisis del Pew Research Center, una institución dedicada a la investigación social.

De conformidad con ese análisis se consideran dominicanos aquellos que nacieron en la República Dominicana y tienen la categoría de inmigrantes en los Estados Unidos, o que habiendo nacido en territorio norteamericano, sus ascendientes son de origen dominicano.

Los dominicanos constituyen la quinta mayor población de origen hispano que reside en los Estados Unidos, luego de los mejicanos, puertorriqueños, cubanos y salvadoreños. Sin embargo, desde 1990, la población de origen dominicano ha crecido más de un 300 por ciento, pasando de 517 mil personas a un millón 800 mil.

En 1990, por ejemplo, el número de dominicanos inmigrantes en los Estados Unidos era de 382 mil 977 personas. Diez años más tarde, en el 2000, se había incrementado en un 86 por ciento, para llegar a 710 mil 200. Pero, para el 2013 había experimentado un nuevo crecimiento de 85 por ciento, para alcanzar la cifra de 982 mil habitantes.

Ahora bien, en el caso de los nacidos en territorio estadounidense, de padres dominicanos, el caso ha sido espectacular. En los últimos 25 años, esa población se ha incrementado de manera más intensa y acelerada que la de los inmigrantes, con lo cual se ha ido creando un nuevo perfil de los dominicanos en los Estados Unidos.

En 1990, el número de descendientes de dominicanos nacidos en los Estados Unidos era tan sólo de 203 mil 723. Para el año 2000 había pasado a 400 mil 221, lo que representa  una ampliación de 97 por ciento. Lo singular del fenómeno, sin embargo, es que para el 2013 había vuelto a más que duplicarse, para alcanzar una cantidad cercana a las 900 mil personas.

Todo eso equivale a decir que del millón 800 mil dominicanos actualmente residentes en los Estados Unidos, cerca de la mitad es de inmigrantes, pero la otra parte es de hijos de dominicanos nacidos en territorio norteamericano, y la proyección es que en el futuro estos últimos serán más que los primeros.

La migración dominicana
La migración dominicana hacia los Estados Unidos se ha realizado a través de distintos momentos o períodos históricos, que tienen su origen en el siglo XVI.

En efecto, desde esa época, ya tan remota, hubo migrantes que salieron desde la Capitanía General de Santo Domingo en ruta hacia la Nueva España, compuesta en la actualidad por territorios como la Florida y Luisiana.

Se considera que la primera persona de lo que posteriormente sería la República Dominicana, que migró, fuera de Nueva España,  hacia lo que también con el tiempo se convertiría en los Estado Unidos, fue un marino mercante de nombre Juan Rodríguez.

Se afirma que éste llegó a la isla de Manhattan en el 1613, hace algo más de 400 años, desde su lugar de origen en Santo Domingo, siendo no sólo el primer dominicano, sino el primer latino en establecerse en lo que hoy es parte de la ciudad de Nueva York.

La migración dominicana hacia los Estados Unidos continuó a través de los años.

Según una investigación realizada por la Dra. Ramona Hernández, Directora del Instituto de Estudios Dominicanos de CUNY, hay una ola migratoria dominicana hacia los Estados Unidos que ha sido olvidada.

Se trata de la que tuvo lugar entre 1892 y 1924, en la que más de cinco mil dominicanos entraron a territorio norteamericano a través de Ellis Island, donde se encuentra la Estatua de la Libertad, en un momento de predominio de la migración europea.

No obstante, fue a partir de la década de los sesenta, luego de la muerte del dictador  Rafael Leónidas Trujillo, cuando se inició  el flujo migratorio masivo de dominicanos hacia los Estados Unidos. Eso se intensificó luego de la Revolución de Abril de 1965; y posteriormente, en la década de los noventa, cuando arribó la mitad de los que hoy se encuentran en territorio norteamericano, como consecuencia de la crisis económica de finales de los ochenta, y el pesimismo sobre el futuro del país, luego de las elecciones de 1990.

En términos geográficos, la mayor concentración de dominicanos en los Estados Unidos se encuentra en cinco estados de la costa Nordeste, que son: Nueva York, con cerca de 700 mil habitantes; New Jersey, con más de 200 mil; Florida, con más de 180 mil; Massachusetts, con cerca de 110 y Pennsylvania, con alrededor de 65 mil.

En el condado de Manhattan, en la ciudad de Nueva York, los dominicanos constituyen el grupo hispano más numeroso, y el barrio de Washington Heights es considerado como el corazón de la comunidad dominicana en los Estados Unidos.

En reconocimiento a eso, se produjo el musical de Broadway, In The Heights, del dramaturgo puertorriqueño, Lin-Manuel Miranda, ganador de los premios Tony y Grammy Award.

Por supuesto, además de Manhattan, en Nueva York muchos dominicanos residen en el Bronx, y en menor medida en Queens, Brooklyn y Long Island. En New Jersey, el mayor número se concentra en Paterson, Jersey City, Passaic, Newark y Perth Amboy.

Hay numerosos dominicanos en las ciudades de Boston, Lawrence, Providence, Miami, Orlando, Tampa y Filadelfia. De igual manera, empiezan a crecer poblaciones dominicanas en los estados de Maryland, Georgia, Carolina del Norte, Virginia, Ohio, Texas y California.

Perfil socioeconómico
Tal vez el mayor aporte que realizan los dominicanos residentes en los Estados Unidos a su país de origen, la República Dominicana, sea el envío de remesas, esto es, de dinero, a sus familiares, amigos y allegados.

Las remesas empezaron a fluir, de manera gradual, desde la década de los setenta, y de acuerdo con datos suministrados por el Banco Mundial, ya para el 2012 la República Dominicana estaba recibiendo de su población en el exterior 3 mil 600 millones de dólares, equivalentes al 6.9 por ciento del Producto Interno Bruto.

Esa suma equivale a la tercera fuente de mayor importancia en la economía dominicana para la generación de divisas, luego del sector exportador, 15.2 por ciento del PIB, y de turismo, 7.9 por ciento. Pero, de manera sorprendente, constituye un medio de captación de recursos superior a la inversión extranjera directa, que para la misma época representaba 3 mil 100 millones de dólares, o 5.3 por ciento del PIB.

A pesar de su significativa contribución a la economía nacional, la situación de los dominicanos en los Estados Unidos no es particularmente halagüeña. El ingreso promedio anual, para los de 16 años de edad en adelante, es de apenas 20 mil dólares. Eso es inferior al de los demás grupos hispanos en el país, y por supuesto, al de la población norteamericana, cuyo ingreso promedio cada año es de 30 mil dólares.

El número de dominicanos que vive en situación de pobreza es de 28 por ciento, mucho mayor que el promedio general de la población estadounidense, que alcanza el 16 por ciento. Los que disponen de hogar propio es nada más un 24 por ciento, frente a los demás grupos hispanos, que es de un 45 por ciento, o el de la población norteamericana,  que asciende a 64 por ciento.

Sólo un 10 por ciento de los dominicanos adultos habla inglés con fluidez.  Pero entre el núcleo de los inmigrantes, es sólo un 3 por ciento. Eso está por debajo del promedio de los demás grupos hispanos, que es de un 25 por ciento.

Pero si eso ocurre con los adultos, con los jóvenes es al revés. Una mayoría de 57 por ciento de dominicanos de 5 años de edad en adelante, tiene pleno dominio del inglés. Un 17 por ciento,  a partir de los 25 años de edad, ha obtenido un título universitario. Pero, entre éstos, los nacidos en los Estados Unidos son más proclives a obtener dicha titulación que los inmigrantes.

Todo lo anterior pone de manifiesto la evolución que en los últimos tiempos ha experimentado la presencia dominicana en los Estados Unidos. De una comunidad pobre y marginada, cada vez más se trata de una población joven, bilingüe, bicultural, con mejor preparación académica y una mayor tendencia hacia la integración con la sociedad norteamericana.

Todo eso nos obligará, con miras al futuro, a repensar y a redefinir las relaciones entre la República Dominicana y los compatriotas de la diáspora, sobre la base de una alianza estratégica fundamentada en los valores del patriotismo, la solidaridad y el desarrollo sobre la base del beneficio mutuo.