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Yo también estoy preocupado

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Rafael Guzmán
Rafael Guzmán

Por Rafael Guillermo Guzmán Fermín

“Estar preocupado es ser inteligente, aunque de un modo pasivo. Solo los tontos carecen despreocupaciones”
-Johann Goethe-

Estar preocupado es ocuparse de algo que todavía no ha ocurrido y que puede o no ocurrir en el futuro. Es poseer la asertividad de poner el empeño en adelantarse a acontecimientos que tal vez no ocurran nunca.

Bien administrado, el estado emotivo-cognitivo de “preocuparse” resulta positivo pues activa el cerebro emocional en la búsqueda racional de distintas alternativas de respuesta ante una situación conflictiva y así elegir una salida al escenario problemático. Por tanto, la preocupación anticipa los peligros y permite una acción para evitarlo.

Recientemente dos de mis distinguidos colegas del Círculo Delta han externado su “preocupación” ante diferentes situaciones del acontecer nacional que van desde la timidez de las autoridades en la aplicación de nuestras leyes migratorias hasta su insólita “ceguera” ante lo que sí pudo ver el honorable Tribunal Constitucional, que en su sentencia 315-15 de fecha 25 de septiembre del año en curso, declaró “no conforme a la Constitución Dominicana” la firma de un acuerdo binacional que comprometía nuestra soberanía nacional. Por ello, yo también estoy preocupado.

¿Por qué estoy preocupado? Porque soy miembro consciente del Círculo Delta, que por principios, es una agrupación cívica y esencialmente apartidista, de ciudadanos comprometidos con la defensa y promoción de los más altos valores y principios democráticos amparados en el respeto a los derechos humanos y la libertad, e integrados en su gran mayoría por ciudadanos de la clase civil y en menor medida por militares y policías en situación de retiro, quienes de común acuerdo hemos decidido, bajo la sombrilla tutelar de nuestros derechos constitucionales, servir de correa transmisora para la reflexión, análisis y discusión sobre el acontecer socio-político de las sociedades actuales tanto en el plano nacional e internacional.

Es oportuno recordar que desde el mismo momento de nuestra puesta en situación de retiro por “antigüedad en el servicio”, recobramos nuestra condición de ciudadanos civiles con disfrute pleno de los derechos consagrados en la Constitución de la República, donde en su artículo 7 expresa que somos un Estado Social y Democrático de Derecho, fundado en el respeto a la dignidad humana y los derechos fundamentales. Que su artículo 8 señala como función esencial del Estado, la protección efectiva de los derechos de las personas, el respeto a su dignidad desde un marco de libertad individual y de justicia social, compatibles con el orden público, el bienestar general y los derechos de todos y todas.

Estos conceptos son ratificados en el artículo 38, cuando subraya que la dignidad humana es sagrada, innata e inviolable, constituyendo, su respeto y protección, una responsabilidad esencial de los poderes públicos. Y se fortalece en el artículo 39, cuando consagra que todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, y que las instituciones y autoridades del Estado están obligadas a dar la misma protección y trato a todas las personas, quienes gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin discriminación de género, vínculos familiares, opiniones políticas o filosóficas.

Hago acopio de estos artículos de nuestra Carta Sustantiva a propósito de que algunos de los miembros de nuestro Círculo Delta solemos reunirnos cada semana en un gestionar público y abierto para conversar, analizar e intercambiar impresiones sobre los diferentes temas, esencialmente trinitarios, que nos sirven de acopio para muchos de los ensayos analíticos e intelectuales que difundimos en los medios de comunicación del país. Me permito hacer esta aclaración porque sabemos que existen mentes muy fértiles, que abonadas con el “humus maquiavélico”  de las intrigas, de personeros insípidos e inodoros acostumbrados a urdir, desde las sombras de sus posiciones oficiales, una gama de “trompos y muñecos” con los que maliciosamente pueden pretender hacer creer que en esas tertulias -una más de las múltiples “peñas” que a diario se registran en el país con los más variopintos componentes-  se conspira contra algo o alguien.

Eso ¡jamás! Pues cada uno de nosotros, luego de haber servido por más treinta años de nuestras vidas a defender, cumplir y hacer cumplir esa Carta Magna que nos ampara, ¡no es verdad que la vamos a profanar!

Porque en esas múltiples décadas de industria hemos forjado con nuestra vocación de servicio a la Patria el acero incorrupto de los hombres de honor e impulsados a practicar una vida dominada por la virtud, la razón, el sacrificio y la templanza severa.

Innumerables pruebas se nos presentaron a lo largo de nuestras carreras respectivas y cada una de ellas fueron, a su vez, templando nuestro carácter, moldeando nuestros pensamientos y dando sentido a nuestra filosofía de vida.

Porque sólo aquellos hombres que son capaces de arriesgar sus propias vidas para defender las vidas de los demás, que con humildad engullimos el amargo rencor de las afrentas y con estoicismo espartano resistimos en silencio los intentos infructuosos del descrédito y calumnias, no albergamos en nuestros corazones la mezquindad de la traición o el miserable germen de la conspiración, ya que hemos consagrado todas nuestras vidas y energías en la protección y defensa de los más altos valores y principios de nuestra amada Patria.

¿Acaso el hecho de romper paradigmas es un delito para ser colocados como objetivos de la seguridad del Estado?
Permítanme recordarles que los artículos 46, 47, 48 y 49 de la Constitución, sobre libertad de tránsito, libertad de asociación, libertad de reunión y libertad de expresión e información nos protegen y otorgan el derecho de transitar, asociarnos, reunirnos y expresar libremente nuestros pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio y sin censura previa.

Por todo ello, es que me anima a continuar con nuestros aportes intelectuales, con espíritu cívico y duartiano, fortaleciendo los cimientos de la democracia y la libertad dentro de un Estado Social y Democrático de Derecho, siempre enmarcados en el respeto absoluto de las leyes de la República y en consonancia con el orden público, asumiendo un liderazgo responsable, pacífico, apartidista, independiente e inteligente, pues  “no somos de los tontos sin preocupaciones” ya que practico la máxima de que “es mejor preocuparse a tiempo que ocuparse después”.

El autor es miembro del Círculo Delta.