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    La ficha que le tranca el juego a los que quieren regenerarse

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    De pie frente a la casa de mi madre, ayer lunes 21 de septiembre, y siendo las 5:30 (más o menos) de la tarde, se me acercó uno de los muchachos del barrio a quien vi crecer, hacerse hombre y luego tener hijos.

    Su rostro me anticipaba que lo que me iba a decir no era nada agradable, por lo que hice un reforzamiento de la paciencia, que debe ser la herramienta para los que lidiamos con personas a diario, ya sea por el ejercicio político, por el de abogado o por el de comunicador social.

    Una vez lo tuve en frente, se me acercó más, por lo que me obligó a dar un paso atrás, no por desdeño, sino porque lo noté muy agitado, y antes de que le preguntara qué le ocurría, él se me adelantó y sin contenerse rompió en llantos.

    Imagínese que en la calle le aborde un hombre llorando y sobre todo cuando se espera de él un abordaje agresivo, a razón de la expresión que mostraba, que además de su agresividad iba acompañada de unas arrugas prematuras, unos ojos colorados, barbas y pelos descuidados, pero que asimismo sea de conocimiento para usted que aquel hombre, que a pesar de ser bastante joven, parece hasta mayor que yo, todo por ser una víctima más del infernal vicio de las drogas.

    “Robert, ayúdeme a salir de este infierno. No puedo más. Quiero que mis hijos vean que su papá es otro hombre. Yo quiero regenerarme. Yo quiero trabajar. Pero no me quieren emplear porque caí preso y “la ficha que tengo me ha trancado el juego”. Esas fueron sus palabras o por lo menos las que escuché en medio de sus llantos.

    Honestamente, tuve que hacer un gran esfuerzo para no acompañarlo en su concierto de lágrimas. Sentí un nudo en la garganta y a la vez vergüenza de mí mismo, porque admito que me prejuicié, igual que aquellos, que como yo, se anticipan a juzgar por la historia de un individuo, desconociendo que el ser humano se arrepiente, que llega un momento en que dice “yo quiero cambiar”; quiero ser un ente social productivo.

    Lo lamentable de eso es que al igual que “el muchacho del barrio”, en nuestro país hay miles de personas como él, que han querido reencausar su vida por el sendero de lo correcto, ya sea porque como él, han formado familia, han aprendido la lección o por haber salido de uno de esos centros penitenciarios que aplican un programa para regenerar al individuo.

    Tal es el caso del Centro de Regeneración Penitenciario Cucama, La Romana; un lugar que ha marcado un hito en lo referente a la reinserción del individuo en la sociedad.

    Un grupo de internos, que purgaban pena en la antigua cárcel de la desaparecida fortaleza Santa Rosa de Lima, que a decir verdad, era más un almacén de hombres, que un reclusorio, han estado saliendo con otra actitud y con otro perfil.

    Allí se les enseña a trabajar, a ocuparse, contrario a tiempos anteriores, en donde pasaban todo el tiempo en chancletas y pantalones cortos; ociosos, sin ningún tipo de distracción positiva que aportara a su regeneración, al contrario, si entraban siendo personas laboriosas, al estar 3, 5, 4 y hasta 20 años encerrados sin hacer nada, era normal que al salir estuvieran habituados a la holgazanería; en pocas palabras: era un centro que producía vagos.

    Pero a raíz del nuevo modelo penitenciario de la República Dominicana, esas cosas han cambiado. No es que quienes han estado bajo el entrenamiento del referido programa de rehabilitación no hayan reincidido en las actividades delictivas, pues aunque es la meta de estos programas, tal aseveración sería fantasiosa. Pero, por fortuna, ahora son los menos los que regresan a la cárcel después de haber salido, ya sea por penas cumplidas o por cualquier privilegio de ley.

    ¿Puede regenerarse el individuo que ha infringido la ley?

    La psicóloga y destacada comunicadora social romanense, Nelly Montás, en una entrevista que le hicimos, nos respondió esa pregunta de esta forma: “Sí, todos en un momento dado recapacitamos, y reencausamos nuestras vidas”. Y ella es una voz autorizada, pues es una de las principales protagonistas de lograr reinsertar a la sociedad a internos del referido centro penitenciario de La Romana, como psicóloga responsable de dicho reclusorio.

    LA FICHA, EL JAQUE MATE DEL NUEVO MODELO PENITENCIARIO

    ¡Así es!, paradójicamente, mientras se implementan programas especiales para reinsertar a la sociedad al individuo que transgrede el orden social, desde el mismo Ministerio Público, quien además de ser el que sustenta la persecución penal en contra de quien viole la ley, lleva un control especial de aquellos procesados, se le tranca el juego a los que cumplen condenas, con las infaustas y discriminatoria “fichas”.

    Es prácticamente un coro a voces, lo que escuchamos de parte de quien cumple una condena, al decir: “Quiero trabajar, pero me piden un papel de buena conducta (de antecedentes penales) y no me lo dan en la fiscalía porque estoy fichado”.

    Como podemos observar, las fichas cercenan el derecho a vivir de todo aquel que aparezca registrado con casos judiciales, pues le impide que puedan ganar de manera decorosa su sustento.

    LAS FICHAS SON INCONSTITUCIONALES

    “Nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo hecho”, eso es un precepto constitucional, que además está avalado por la Declaración Universal de Los Derechos Humanos. Y el hecho de que por haber transgredido la ley penal, si ya fue condenado y ya pagó con su libertad el daño producido a la sociedad, no se le debe perseguir toda la vida por lo que ya saldó.

    Las fichas se convierten en penas perpetuas, lo que a su vez la convierte en ilegales, a razón de que en nuestra legislación no existe “la cadena perpetua”. Pero además la propia corte constitucional de la República Dominicana, mediante la sentencia TC 0027/13, advierte: “Que ninguna persona, aun tratándose de un condenado a penas privativas de libertad, puede ser mantenido soportando de por vida el fardo de antecedentes penales destacados en registros de acceso público”.

    LAS FICHAS SON DISCRIMINATORIAS

    Por si no bastara con estrangular el derecho de quienes han sido condenados a una pena privativa de libertad, al negarles el acceso al mercado laboral, las fichas también afectan a quienes quieren estudiar, pues hasta las universidades exigen como requisitos “el papel de buena conducta o antecedentes penales” para darle luz verde para que pueda estudiar… ¡Que locura! ¡Qué barbaridad!

    Pero el colmo no queda ahí, hasta para acceder a créditos han pedido dicho documento. Lo que indica que los que se afanan por no tener ex delincuentes se convierten en delincuentes al violar la ley por discriminar.

    El mismo Tribunal Constitucional destaca, pero a su vez condena, dicha discriminación al colegir: “No hay razones para mantener de por vida a una persona con fichas policiales o judiciales. Es constante en los operativos policiales preventivos la detención previa depuración de todas las personas que resulten con fichas en los archivos de esa institución, aunque esa persona fichada haya pagado alguna sanción por delitos cometidos en el pasado…y eso es además de ilegal es INJUSTO”.

    Hasta la misma Biblia condena o rechaza dicha discriminación, y se pronuncia en el sentido de que todos podemos regenerarnos, cuando a través de Tito. 3:5, destaca lo siguiente: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”.

    ¡Ya lo ven!, las fichas suelen ser, en ocasiones, las causantes de que los que estuvieran vuelvan y los que no vuelven se frustren. Por tales razones, quiero concluir el presente artículo compartiendo con todos los requisitos o el modo para lograr que se le retire la ficha que le tranca el juego.

    A continuación:

    El Retiro o Levantamiento de Ficha: Es el procedimiento por el cual un ciudadano puede solicitar al ministerio público que se retire una ficha permanente, temporal o policial a los fines de que le pueda ser expedido el certificado de no delincuencia de lugar, luego de haber cumplido los requisitos de ley a tales fines.

    1– Certificación de la fiscalía indicando el tribunal en el que fuiste sometido

    2- Sentencia del tribunal del fondo del tribunal correspondiente

    3- Certificación de no recurso de apelación

    4- Extinción de la acción penal

    5– Archivo de tu caso

    Espero que el mismo sea de utilidad para quien lo necesite, ya sea para sí mismo o para algún amigo o allegado.

    ¡Hasta la próxima!