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Donald Trump dice en la frontera con México que los hispanos lo aman

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Donald Trump dice en la frontera con México que los hispanos lo aman

LAREDO, Texas, EE.UU.  — Siempre seguro de sí mismo, Donald Trump visitó rápidamente la frontera con México el jueves y vaticinó que los hispanos lo amarán — «ya lo hacen»— porque como presidente regresará los empleos que se han ido al extranjero y le dará más oportunidades a aquellos que viven legalmente en Estados Unidos.

«Hay un gran peligro con los ilegales», declaró el precandidato republicano a reporteros. Pero dijo tener «una gran relación» con los hispanos, incluso a pesar de que los líderes latinos lo han criticado duramente por describir a los inmigrantes mexicanos como criminales y violadores.

«Regresaré los trabajos de China, regresaré los trabajos de Japón», afirmó el magnate. «Los hispanos obtendrán esos empleos y amarán a Trump».

Mientras tanto, el secretario de Relaciones Exteriores de México, José Antonio Meade Kuribreña, quien esta semana visitó California, dijo al diario San Francisco Chronicle que el punto de vista de Trump «no tiene cabida en la política». Está «manchado por el prejuicio, racismo o simplemente ignorancia», dijo.

La visita a la frontera se dio mientras Trump sigue captando la atención en la contienda presidencial republicana, lo que exaspera a sus rivales.

Al hacer campaña en Gorham, Nueva Hampshire, Jeb Bush ofreció un mensaje claramente diferente sobre el debate migratorio y habló en parte en español.

«Un republicano nunca será elegido presidente de Estados Unidos a menos de que hagamos campaña así», dijo Bush, e hizo un gesto con sus brazos abiertos.

«A menos que hagamos campaña abiertamente, haciendo campaña por cada rincón de este país, haciendo campaña con las comunidades latinas, las comunidades que crecen rápidamente en todo este país que representarán una diferencia sobre quién será el próximo presidente», agregó.

Trump, un empresario y estrella de la televisión, creó todo un espectáculo antes de su viaje de campaña al decir que se estaba poniendo «en gran peligro» al ir a la frontera cerca de la violenta ciudad mexicana de Nuevo Laredo, pero dijo: «lo tengo que hacer, lo tengo que hacer».

El magnate, que llegó con una gorra de béisbol con su lema «Haz a Estados Unidos grande de nuevo», pasó casi una hora recorriendo el Puente Internacional de Comercio Mundial con el alcalde y el administrador de la ciudad, de acuerdo con su campaña, antes de ofrecer una conferencia de prensa en el cruce fronterizo.

Mientras hablaba con reporteros con su espalda hacía el río Bravo (Grande en Estados Unidos), una enorme cantidad de camiones pasaban tranquilamente de México hacia el puente y de allí a Texas en un centro pujante de comercio que suele ser visitado por funcionarios. Trump viajó en una caravana acompañada por muchos policías sobre calles que fueron cerradas para su paso.

Un sindicato local de agentes fronterizos canceló su participación en los actos del precandidato presidencial. Los agentes planeaban acompañar a Trump a la frontera y reunirse con él, pero se retiraron después de consultarlo con su sindicato nacional, el Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza, informó Héctor Garza, presidente del Local 2455 del sindicato.

Trump descendió de su avión en Laredo y dijo que los miembros del sindicato se retiraron porque están «petrificados y temen decir lo que está ocurriendo» en la frontera. Decenas de personas, entre manifestantes y simpatizantes, lo esperaban en tierra.

Algunos le gritaban «¡fuera!» en español. Un simpatizante tenía un letrero que decía, también en español, «no era insulto», sobre sus declaraciones acerca de los inmigrantes.

La visita de Trump concluyó con una extraña presentación frente a varias decenas de agentes policiales, incluidos algunos de la Patrulla Fronteriza. Se fue después de menos de cuatro minutos tras perder la paciencia con la pregunta de un reportero.

Su visita generó una fuerte reacción entre algunos residentes de Laredo, que tiene una población predominantemente hispana.

La visita equivalió a nada más que un ardid publicitario, dijo Jesús Ochoa, de 25 años, que reside en Laredo y se desplazó al aeropuerto para protestar por la presencia del precandidato. Ochoa, que nació y fue criado en esta ciudad fronteriza, dijo que los comentarios de Trump sobre los inmigrantes no autorizados son profundamente ofensivos y dijo que el magnate no sabe de lo que está hablando.

«Pasó poco más de una hora aquí y realmente no conoció nada sobre esta ciudad», señaló. «A fin de cuentas, fue difundido en los principales noticieros de televisión y creo que eso era todo lo que buscaba».

Pero Karina Villalba, de 26 años, esperó a Trump en el aeropuerto con un letrero que decía: «Escuché tu discurso y NO estoy ofendida».

Villalba, que trabaja en un campo petrolero, dijo que aprecia la forma de comunicarse de Trump. «A veces la honestidad duele», dijo.

El magnate lanzó su campaña por la nominación presidencial de su partido con un discurso en el que dijo que los inmigrantes mexicanos son criminales y violadores, desatando el debate entre los republicanos, que se intensificó tras sus comentarios despectivos sobre el servicio militar del senador John McCain durante la Guerra de Vietnam.

Sean pesos pesados en el partido como Bush, exgobernador de Florida, o casi debutantes en el escenario nacional como el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, los rivales de Trump tienen que lidiar con su costumbre de llamarlos por su nombre, denigrar a la dirigencia del partido y agitar el debate sobre la inmigración.

El senador republicano Lindsey Graham, de Carolina del Sur, dijo el jueves a la cadena MSNBC: «Creo que él es una especie de accidente vial político en el que la gente disminuye la velocidad y observa». Agencias