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    Martha Heredia: ¿Víctima o victimaria?

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    El pasado 13 de agosto del presente año 2014, la prensa dominicana se hizo eco de una noticia que se esperaba con gran expectativa, la sentencia en contra de una joven de apenas 23 años de edad, a quien el 20 de febrero del año 2013 la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) le ocupó 1 Kilo 282 gramos de heroína, cuando a través del Aeropuerto Internacional del Cibao pretendía viajar hacia Nueva York, Estados Unidos.

    Esa expectativa se genera a raíz del asombro que se apoderó de todo el mundo cuando se supo el nombre de esa joven; que es nada más y nada menos, la misma que en años anteriores nos hizo llorar a todos de alegría, emoción y de orgullo; la talentosa ganadora del primer lugar del concurso internacional Latin American Idol, Martha Heredia.

    El Segundo Tribunal Colegiado del Distrito Judicial de Santiago condenó a Martha Heredia a siete años de prisión, quien se declaró culpable de tráfico de drogas hacia los Estados Unidos. Dicho tribunal dispuso además una multa de 100 mil pesos por los daños causados a la sociedad, en razón a los hechos cometidos. El Ministerio Público solicitó 20 años de reclusión, y cómo es obvio no fue acogido dicho dictamen.

    Sin embargo, dicha sentencia de 7 años de prisión ha generado un debate en la sociedad, los que opinan que fue excesiva y los que entienden que fue benigna. Yo me inscribo en el segundo grupo, es decir en los que opinan que debió ser una pena más drástica y ejemplarizadora.

    ¿Por qué más drástica? ¡Sencillo!, si bien es cierto, que según algunos tratadistas del derecho penal, la pena tiene como elemento básico la de regenerar al (la) transgresor(a) de la ley; no es menos cierto de que también cumple el rol de enmendadora, retributiva y preventiva.
    Por eso, si analizamos el caso de la cantante dominicana Martha Heredia, desprovistos de un fanatismo moralista o de la pasión que activa la admiración por el talento de ella, necesariamente concluiremos que Martha es victimaria y no víctima, como han querido algunos insinuar y como hasta se han atrevido otros bárbaramente expresarlo.

    ¿Por qué es victimaria, y no víctima? Veremos: El Código Procesal Penal Dominicano en el artículo 83 define cómo víctima: «al ofendido directo del hecho punible», en consecuencia, si Martha admitió que se le ocupó 1 kilo 282 gramos de heroína y además confesó que por tal acción le iban a pagar una indeterminada suma de dinero (en dólares), acepta que ¡ella es la victimaria y la sociedad es la víctima!

    ¿Por qué no es víctima? Porque ella está en sus plenas facultades: física y mental; y en tal virtud sabe que la distribución de drogas narcóticas está sancionada como un hecho criminal, en razón al daño que produce; tanto para quienes la consumen, así como para la sociedad en su conjunto; ya que es sabido por todos nosotros que los hechos más horrendos se deprenden del uso, abuso y distribución de estupefacientes.

    Martha sabía que llevaba heroína, que es una de las drogas más costosas, por ser una de las más adictivas; que según describen los expertos médicos, es altamente depresora del sistema nervioso central, por lo que se caracteriza por producir una dependencia psicológica y física ¡intensa!, a un ritmo acelerado.

    ¡Ella es victimaria! Porque sabía que aquel día en que puso la bandera dominicana en alto, la convirtió en un ícono que gozaba del aprecio, la admiración y el respeto de todos los dominicanos, lo que incluye, naturalmente, a los que tienen que velar por la seguridad nacional en los aeropuertos del país. Precisamente eso fue lo que ella y quienes le suplían aprovecharon, ya que la gran admiración hacia una figura de relevancia suele cosechar inmunidad y hasta impunidad.

    En mi caso, también siento gran admiración por su talento, pero al ver a mis hijos y la cantidad de muertes violentas que se producen por el flagelo de las drogas, lo asimilé como un antídoto para evitar embriagarme de lo que percibo están embriagados aquellos que entienden que una sentencia de 7 años es exagerada, frente al daño y la fractura irreversible que le produce el crimen organizado y el narcotráfico al mundo.

    Y si acaso quieren que acepte que ella es una víctima y no una victimaria, entonces responderé: ¡Sí, Martha es víctima, pero de su ambición desmedida!

    ¡Hasta la próxima!