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    “Aunque la mona se vista se vista de seda, mona se queda”

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    En días pasados vi en la prensa que los artistas urbanos se comprometían a enfrentar la vulgaridad en la música; antes de ellos ya lo habían hecho los productores de medios, locutores y algunos managers artísticos.

    Todos motivados por la solicitud que hizo la vicepresidenta de la República Dominicana, Margarita Cedeño de Fernández, de hacer un pacto moral con intérpretes, managers y locutores del género urbano, en procura de hacer una «limpieza de las letras», con el objetivo de que ese género musical sea un medio para difundir mensajes en contra de la violencia.

    Los intérpretes urbanos Vakeró, El Cata, El Batallón, Manuelito, Chimbala, Mozart La Para, DJ-Génesis, El Alfa, Nicoclínico, Alofoket, Happy 40, JMX Dimenzion, Rommy Ram, Paramba, DJ Stack, Nítido, entre otros, hicieron público el apoyo a dicha solicitud, encontrando un eco positivo en un segmento de la población.

    ¡Pero! «como todo en la vida tiene un pero», y como «una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja», «las palabras son del aire y van al aire, las lagrimas son de agua y van al mar». Sin ánimo de ser un pesimista galopante, siento que eso sólo quedó en pura publicidad. Y es que ha de entenderse, esos muchachos, de los cuales algunos han logrado salir de los sectores más marginados, impactaron con «su estilo» y con «sus letras» a una sociedad que se identifica, para mal o bien, con las cosas que ellos expresan sustentados en la plataforma musical concebida como género urbano, recibiendo como compensación, jugosas sumas de dinero.

    ¡Entonces! ¿Van a cambiar esa bujía que encendió el interés comercial de sus managers, quienes a su vez se lucran del interés mostrado por los dueños de medios, a raíz de la gran acogida que han tenido los mismos en un segmento importante de la población? lamento contrariarlos, pero creo que no.

    Además, hay un efecto psico-social que aunque no queramos admitir incide de manera importante en los intérpretes del género urbano, el cual subyace muy dentro de ellos, de su formación y hasta de su manera de pensar; ese efecto es el de la inversión de valores, el de una sociedad violenta, el de los paradigmas negativos, el de la inequidad social y el del materialismo.

    ¡Cómo pueden ver! es un edificio construido en una zapata muy poderosa, que enfrenta la necesidad versus «lo romántico». En ese sentido, aunque les confieso que apoyo la propuesta de no violencia, he querido confrontar lo que se estila como tácticas o estrategias, frente a una amarga realidad. ¿Cuál es esa realidad? la de que no se trata simplemente de las cosas que escriben y cantan los intérpretes del género urbano, sino de una sociedad que los invita a ellos a que la describa a través de sus letras.

    En consecuencia, aunque artistas urbanos, los medios y las instituciones hagan el esfuerzo que hagan para cambiarle las letras a los reggaeton, dembow, hip hop, merengue de calle, etc., siempre habrá un mercado que le exigirá el toquecito del morbo sustentado en sexo, drogas, violencia, etc. Pero si usted tiene dudas de eso, préstele atención a los temas que tocan en los centros de diversión y con la gran algarabía que el público presente recibe a los mismos. Por eso es que ¡Aunque la mona se viste de seda, mona se queda!