Inicio Sin categoría Pablo Escobar, el capo que estremeció la Revolución Cubana

    Pablo Escobar, el capo que estremeció la Revolución Cubana

    270

    El general Arnaldo Ochoa en ningún momento tuvo miedo de la muerte, no pidió clemencia. Rechazó que le ataran las manos. Extendió sus brazos y se ofreció a las balas del pelotón. Se le acusó de negociar con el narco más importante de la historia.

    Pablo Escobar Gaviria -el capo de capos- llegó a tener tanta influencia en el mundo que le decía a su madre, doña Hermilda, que era el hombre más importante del planeta, después del papa Juan Pablo II. Hizo prosperar tanto el negocio de las drogas que no hubo un Estado en la región que no recibiera el zarpazo de la corrupción, incluyendo Cuba, un símbolo marxista del mundo.

    La revolución inspirada por Fidel Castro y Ernesto -Che- Guevara nunca había estado en peligro de sucumbir como cuando Escobar corrompió su estructura. Provocó el fusilamiento de un general (Héroe Nacional) y el encarcelamiento del ministro del Interior, el general José (Pepe) Abrantes, quien misteriosamente murió en la cárcel. Fue fusilado el influyente coronel Antonio (Tony) de la Guardia, que tenía una relación familiar con Fidel. Era de los pocos que el líder revolucionario permitía estar en su habitación mientras se cambiaba de ropa, dice su hija, Ileana de la Guardia.

    El dramático juicio, en que 31 miembros del Consejo de Estado aplicó la pena capital a sus compañeros, creó gran conmoción en el mundo y estremeció el alma nacional. Raúl Castro reveló a la prensa que su hermano Fidel lloró desconsoladamente. El papa, gobernantes, varios ganadores del premio Nobel de la Paz, artistas y defensores de los derechos humanos pedían el perdón.

    El exilio cubano acusó a Fidel de asesinar al carismático general porque era su rival político con influencia en las Fuerzas Armadas Revolucionarias. El fusilado general de división era dueño de una gran popularidad: Fue venerado dentro y fuera de Cuba. Donde llegaba lo aclamaban, lo colmaban de aplausos, vítores. Era el de mayor influencia y simpatía después de Fidel.

    «Tuvimos que fusilar a raíz de la Causa Uno, cuando descubrimos graves actos de traición. En eso no había alternativa, el país fue puesto en grave riesgo, y nosotros teníamos que ser duros, teníamos que serlo con gente de nuestras propias filas que comprometieron el país y la Revolución», dijo Castro.

    ¿Cómo se inicia todo? El escándalo explotó cuando la prensa norteamericana lanzó una ofensiva publicando reportajes denunciando que el gobierno comunista se dedicaba al tráfico de drogas. Pero, con toda la mala fe, la prensa y algunas autoridades estadounidenses involucraban directamente a Fidel, quien luego ordenó una investigación. Mandó a llamar a un guerrillero colombiano amigo suyo para que le explicara el asunto.

    ¡Ah!, pero sucedió que mandó a hacer la investigación con uno de los involucrados en el narcotráfico, el ministro del Interior, que había sido jefe de su seguridad personal desde el triunfo de la Revolución. Como ha de entenderse, Abrantes no se iba a clavar el cuchillo el mismo: Falseó la investigación, mintió y escondió un informe del guerrillero colombiano Antonio Navarro Wolf (era del desaparecido M-19), donde informaba a Castro que en Colombia era un secreto a voces que el Cártel de Medellín usaba el territorio cubano para mandar toneladas y toneladas de drogas a Estados Unidos. Revelaba que un oficial que era ayudante de Ochoa, Amado Padrón, estaba negociando con Escobar.

    Fidel recuerda que cuando le preguntó a Abrantes: ¿Ya vieron a Navarro? ¿Ha dicho algo de importancia? Él respondió: «No, nada de trascendencia». Pero como el Diablo nunca duerme, Castro narra que se encontró por casualidad con el oficial que había interrogado a Navarro, Alejandro Ronda Marrero, quien le explica que ya le había remitido el informe con el ministro del Interior.

    Es así como Castro recibe una copia del expediente que vincula a Ochoa, Abrantes, los hermanos gemelos Tony y Patricio de la Guardia con el cártel de Medellín. «Ochoa había llegado a la fantasiosa idea de cargar un barco grande con aquellos paquetes.

    ¿Qué se le ocurre a Ochoa? Que Escobar mandara un barco con seis toneladas de droga y las lanchas rápidas las recogieran en el Sur de Cuba y la llevaran a Estados Unidos. Una idea loca», recuerda Fidel.

    Otro elemento que incriminaba a Ochoa fue que a un capitán asistente suyo, Jorge Martínez, se le incautó una tarjeta de un hotel de Medellín, Colombia, y dijo a los investigadores que había recibido instrucciones de Ochoa de viajar allá y reunirse con Escobar, jefe del cártel de Medellín.

    Eran 14 los acusados, la mayoría fue a la cárcel. Ochoa, Tony de la Guardia, Jorge Martínez y el mayor Amado Padrón fueron fusilados el 13 de julio de 1989.

    Arnaldo Tomás Ochoa Sánchez (59 años) había sido nombrado Héroe de la República, fue jefe de la misión militar cubana en Angola, Nicaragua y Etiopía. Es uno de los generales cubanos con más condecoraciones; miembro del Comité Central del Partido Comunista; diputado a la Asamblea Nacional e integrante de la columna guerrillera del glorioso Camilo Cienfuegos. No sabemos si por azares de la historia o porque el sistema cubano los ha ido eliminando, pero es curioso que todos los grandes hombres fundadores de la Revolución, están en el exilio, en la cárcel o muertos.